Alejandro se presentó ante Tiro

El asedio de Tiro por Alejandro Magno era uno de los hechos de armas más conocido de la antigüedad, sin embargo no es tan conocido entre el gran público de la actualidad. Posiblemente por lo poco cinematográfico que tiene un asedio.

Era Alejandro hijo de Filipo de Macedonia, un rey que había convertido su montañés reino guerrero en la potencia hegemónica de Grecia.

El hijo no guardaba una buena relación con el padre, y Alejandro decidió superar los logros de Filipo. Pocas veces un hijo ensombrece a un gran padre, pero efectivamente fue el caso. Una vez dominada Grecia, sólo había una forma de superar los logros de Filipo. Invadir al Imperio Persa.

El Imperio Persa era todo un mundo en sí mismo. Desde el Indo hasta el Bósforo, desde Afganistán hasta Egipto, los dominios del Gran Rey eran la formación política más grande que jamás había existido en el mundo conocido por los griegos. Pero, en los tiempos de Alejandro, el Imperio Persa ya no era la formidable potencia que había llegado a arrasar Atenas. Los atenienses habían disputado su dominio sobre las ciudades helenas de Asia Menor (actual Turquía), incluso un ejército de mercenarios griegos habían regresado desde Persépolis hasta el Mediterráneo sin que el Gran Rey pudiera impedirlo.

Eso sí, una cosa era vencer en operaciones audaces a ejércitos concretos del poderoso Imperio Persa y otra muy distinta invadirlo y destruirlo. Cuando las fuerzas de Alejandro derrotan al Gran Rey en persona en la batalla de Issos, todo el mundo lo considera el culmen de lo alcanzable. Pero Alejandro quiere continuar. Dos posibilidades se abren ante él. La más inteligente probablemente sería seguir las conclusiones que había deducido de la lectura de la Anabasis y continuar con un ataque rápido contundente que impidiera a los persas aprovechar sus inmensas pero dispersas fuerzas (hoy lo llamaríamos blitzkrieg). La otra opción era girar hacia el sur y arrebatarle al persa el dominio de las ciudades fenicias e, incluso, de Egipto impidiendo así cualquier posible ataque futuro contra Grecia.

Alejandro, quizás confiado en su capacidad para ganar cualquier batalla, se dirigió hacia el sur, dándole a los persas tiempo para recuperar sus fuerzas. Oportunidad que los persas no aprovecharon, pero eso es tema para otro artículo.

El avance de Alejandro hacia el sur empezó siendo muy prometedor, los fenicios no podían imaginarse tener que enfrentarse a los griegos por tierra y las grandes ciudades, con Biblos y Sidón a la cabeza, se fueron rindiendo… hasta que las fuerzas macedónicas alcanzaron Tiro.

Confiaba Tiro en su fama de invulnerabilidad. Se consideraba (y se siguió considerando hasta los tiempos de las Cruzadas) prácticamente inexpugnable. La ciudad se encontraba sobre una isla a setecientos metros de la costa. La isla, a su vez, estaba rodeada por una muralla de 45 metros de altura que se alzaba justo donde empezaba el mar. Dentro vivía una de las principales poblaciones fenicias, abastecida y defendida por una de las más nutridas flotas del Mediterráneo. Nada parecería vencer a los tirios, si estos estaban dispuestos a resistir… Y la intención de resistir por parte de los tirios quedó de manifiesto cuando Alejandro les envió unos embajadores con la primera propuesta de rendición y estos fueron arrojados al mar desde las murallas.

Sin duda debió ser un momento complicado para Alejandro. El secreto del éxito contra los persas era la velocidad, detenerse meses y meses frente a Tiro era peligroso. Pero una vez ahí, no podía retroceder. Era Alejandro, nada servía más para aguzar su orgullo que el que algo tuviera leyenda de ser imposible. ¿Era imposible asaltar Tiro? él demostraría que no lo era.

Se inició el sitio de Tiro.

La táctica a seguir para tomar la ciudad, era clara. Sin una flota capaz de bloquear los dos puertos de la isla, no podría contar con la rendición por hambre. También era imposible el asalto marítimo por el mismo motivo. Sólo podría tomar la isla mediante un ataque por tierra. Y para ello debía convertir el mar en tierra.

Un ejército de zapadores recultados a la fuerza entre los habitantes de la zona, bajo la dirección de Diades (del que se dijo que «fue el hombre que tomó Tiro con Alejandro») iniciaron la construcción de un enorme dique capaz de llegar hasta la isla. Para ello se dedicaron a clavar en el agua grandes estacas y troncos que rellenaron con piedras y tierra.

Pero los tirios no estaban por la labor de quedarse sentados comiendo altramuces mientras los zapadores de Diades les acercaban poco a poco al continente. Grandes artefactos empezaron a lanzar enormes piedras contra la construcción y sus obreros. Los barcos tirios se acercaban peligrosamente lanzando nubes de flechas.

Los macedonios por su parte, construyeron manteletes de tela y piedra que sirvieran de cobertura a sus trabajadores, y colocaron en el extremo del dique dos grandes torres de madera equipadas con catapultas. No se sabe como se las ingeniaron para que las torres avanzaran con la construcción, probablemente estuvieran dotadas de ruedas.

Hasta que un día los fenicios cargaron uno de sus barcos más grandes con pez y azufre y lo lanzaron, aprovechando un fuerte viento faborable, contra la construcción. El buque iba muy cargado en la popa, de tal forma que la popa iba levantada y gracias al fuerte impulso y su fondo plano, se «montó» sobre el espigón varios metros. Las trirremes tirias empezaron entonces a lanzar todo tipo de material incendiario sobre la construcción, y grupos de soldados aprovechaban la confusión para desembarcar en puntos estratégicos matando a grupos de trabajadores y extendiendo el fuego. Por si fuera poco, cuando los tirios se retiraron un fuerte temporal acabó con lo que quedaba. En un sólo día, se destruyó el trabajo de meses.

Pero no iban los macedónicos a darse por derrotados. Inmediatamente se empezó a construir un nuevo dique, esta vez más al norte (mejor protegido de los vientos) y de mayor embargadura. Las estacas eran ahora de mayor tamaño, la tierra de relleno era sustituida por piedra y cada pocos metros se construirían torres fijas que mantendrían permanentemente batallones de catapultas y arqueros.

Pero una nueva y desagradable sorpresa le esperaba a los defensores de la isla. Mientras realizaron una salida de rutina con su flota, avistaron buques enemigos. En un primer momento se prepararon para enfrentarlos, pero quedaron sobrecogidos al ver su gran número y decidieron refugiarse en puerto. Alejandro había obligado a las demás poblaciones fenicias a unir su flota al esfuerzo bélico y, apartir de ahora, los tirios encontrarían una fuerte oposición naval.

La necesidad agudiza el ingenio, y los defensores ensayaron nuevas tácticas. Valientes nadadores se deslizaban de noche por la muralla para acercarse hasta los pilares del dique, atándolos a cabos de los que se tiraba desde la ciudad, para desestabilizar la construcción. Los macedonios por su parte unieron varios barcos y colocaron sobre ellos grandes torres de asalto que acercaban hasta la muralla con la intención de asaltarla. Como respuesta a esta amenaza, los isleños construyeron grandes grúas que soltaban rocas sobre los barcos que se acercaban demasiado y arrojaron frente a la muralla grandes piedras que dificultaran la navegación. Los macedonios empezaron a atar cabos a las pierdas para arrastrarlas con los barcos a donde no molestaran. Los tirios a su vez enviaron buceadores que cortaran las cuerdas. Pero nada pudieron hacer cuando las cuerdas fueron sustituidas por cadenas.

El ingenio demostrado por unos y otros resultó inagotable. A falta de aceite, los tirios calentaban arena de playa que se deslizaba por entre la coraza y el cuerpo, provocando horribles quemaduras. La muralla fue reforzada con todo lo que se encontró y, a falta de otra cosa, cubierta con sacos llenos de algas que sirvieran para amortiguar los impactos de las piedras asaltantes.

Pero el dique seguía y seguía acercándose. Viendo la guerra perdida, los tirios intentaron romper el bloqueo de la flota enemiga con la intención de huir hacia Cartago. Aprovechando la sorpresa cerca estuvieron de hacerlo pero las fuerzas macedónicas respondieron con gran velocidad impidiéndolo.

Finalmente, el dique fue finalizado y grandes torres de asalto avanzaron por él para salvar la muralla. El asalto fue rechazado, no sin cierta dificultad. Pero vendrían nuevos ataques.

Entonces Alejandro decidió dar descanso durante un par de días a sus tropas, por motivos no conocidos. Probablemente lanzara un ultimatum a la población antes de realizar el asalto final.

Este se realizó por cuatro puntos, siete meses llevaban los macedónicos detenidos ante Tirio, no iban a escatimar esfuerzos ahora que estaba tan cerca la victoria. La flota se dividió en tres partes que intentaron el desembarco por ambos puertos y por un sector de la muralla que se encontraba especialmente dañado, el cuarto ataque se realizaba desde el dique. El primer grupo asaltante con éxito fue el de aquellos que atacaban desde el mar la muralla. Fueron capaces de terminar de destruir la muralla, desembarcar entre los escombros y contactar con las fuerzas que atacaban desde el dique. La suerte de la ciudad estaba echada.

Los macedónios perdonaron la vida a aquellos tirios que se refugiaron en los templos (mujeres y niños principalmente) lo que no impidió que 8.000 tirios murieran aquel día, según Arriano. Los sobrevivientes fueron vendidos como esclavos, salvo los ciudadanos cartagineses que se encontraban en la ciudad (Alejandro no quería problemas diplomáticos con la gran potencia naval) y unos quince mil tirios que, según se dice, fueron escondidos por los marinos de Sidón, ciudad que tradicionalmente había sido aliada de Tiro aunque en esta ocasión fuera obligada a prestar su flota a Alejandro. El dique construido por los atacantes se quedó allí, y con el tiempo acabó formando un itsmo. Tiro nunca más sería una isla.

Poco después de Tiro, Alejandro todavía tuvo que sostener otro sitio en Gaza, esta vez de tan solo dos meses. Después de ocupar ambas ciudades, la flota fenicia nunca más sería una amenaza para los griegos y las puertas de Egipto se le abrieron de par en par. Mientras tanto, los persas seguían derrochando la tregua que les concedía su enemigo.

Quizás, contra un enemigo más habil, todo el tiempo perdido sitiando Tirio podría no haber sido considerado como una gran hazaña bélica sino como el mayor error que Alejandro pudo cometer.
Nunca lo sabremos.

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9 Responses to Alejandro se presentó ante Tiro

  1. Dante dice:

    Nunca había oído mucho sobre el asedio de Tiro, pero me ha impresionado; lo del dique y eso.

    «Era Alejandro, nada servía más para aguzar su orgullo que el que algo tuviera leyenda de ser imposible»

    Qué grande ^^

  2. Vijande dice:

    Saludos Jorge.

    Oye, a ti que te gustan estas cosas, ¿porque no cuentas algo de como la fortaleza de Masada cayo a manos romanas?. 🙂

  3. tiberio dice:

    Sí, el sitio de Masada también fue espectacular, incluyendo la construcción de una ladera artificial que permitió a los romanos suavizar el ascenso hasta el pico donde se defendían los judíos. Fue la batalla que dio final al último intento serio de crear un estado judío… hasta 1947.

    La verdad es que los sitios en general siempre han sido bastante chulos (para los que no lo sufrimos, claro :D), en el sentido de que es donde más se aguza el ingenio.

    Un día tengo que hablar del sitio que hicieron sobre Platea los espartanos. Super épico, por ambos bandos :). Como adelanto, decir sólo una cosa. Los espartanos votaron que iban a mantener el sitio durante 40 días, y así lo hicieron, ni un día más a pesar de que en Platea no quedaban ni un centenar de defensores 🙂

  4. Juan dice:

    No se si la decisión de Alejandro de arremeter contra las ciudades del mar fue un error o hubiera sido un error, si enfrente hubiera tenido un enemigo más habil que los persas, lo que si me indica Tiro es que a veces es necesario realizar una batalla innecesaria si tu fierza se ve cuestionada, dado que previamente otras ciudades se entregaron sin pelear. Yo creo que Alejandro tenía claro que la mejor batalla es la que se gana sin pelear, y esto sólo se puede si te precede la fama de inbatible y firme en lo que propones al enemigo, más si el reto para muchos en el momento, era muy dificil.

  5. jesus dice:

    Estoy de acuerdo con Juan, era necesario mantener al magno invicto, no podia resistirse nadia, asi los demas aprendian…
    cuando las barbas de tu vecino veas cortar, echa las tuyas a remojar.

  6. Javier dice:

    He llegado hasta este sitio pues tengo que presentar la profecia de la ciudad de Tiro que expone Ezequiel 26 y gracias pues he tenido mucha luz con la interesante explicacion de la toma de Tiro, principalmente en los versiculos Ez 26:4-5
    4.
    Barreré de ella hasta su polvo.
    Una figura de destrucción completa. Posteriormente, cuando Alejandro asedió la nueva Tiro, construyó un terraplén desde la costa hasta la isla, empleando para ello las piedras y los escombros de la antigua Tiro.
    5.
    Tendedero de redes.
    Los pescadores todavía emplean el sitio de la antigua ciudad de Tiro para tender a secar sus redes.

  7. abigail dice:

    estuvo genial la lectura me sirvio mucho para un trabajo…..

  8. edward dice:

    genial-………..
    la brillantez de Alejandro es grande
    pero creo que la cuidad no se merecia su destino….

  9. Lalo Lola dice:

    tengo entendido que cuando Alejandro puso pie en Tiro aun en plena batalla, se dirigió al templo principal dedicado a un dios fenicio e hizo allí una ofrenda a Heracles, al cual había prometido dicha ofrenda si conquistaba la ciudad, la ofrenda fue la última humillación que les quedaba por sufrir a los fenicios

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