Los primeros europeos no descendían de Adán

31 octubre 07

El Hombre de Neanderthal parece ser la única especie inteligente originaria de Europa. Se podría decir que ellos fueron los europeos originales, los nativos del continente.

Un estudio basado en ADN ha servido para demostrar a las claras que el hombre de Neanderthal no pertenecía a la misma especie que nosotros. Leo la noticia en Público, donde he descubierto que el Doctor Fortea estaba implicado en la investigación. Me alegro sinceramente por él, tengo el placer de haber hablado con él en varias ocasiones (aunque seguramente él no se acuerde de mi) y es uno de los mayores expertos sobre hombres de Nanderthal del planeta.

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El yacimiento de El Sidrón, cuya excavación fue dirigida por el doctor Fortea, ha proporcionado parte del ADN utilizado en el estudio.

La noticia me ha sorprendido un poco porque es un hombre algo mayor al que no me imaginaba yo manipulando ADN :). Pero tengo que reconocer que siempre aspiraba a utilizar las últimas tecnologías a su alcance. Me consta que para ello nunca tuvo ningún complejo en unirse a investigadores mucho más jóvenes a los que elegía por su capacidad. Realizaba de esta manera una curiosa simbiosis en la que él ponía su experiencia y su prestigio (capacidad para conseguir subvenciones) y ellos sus conocimientos en nuevas tecnologías. Una fructífera relación de la que muchos catedráticos podrían aprender y que, aquí lo vemos, da buenos resultados.

Desde hace 230.000 años hasta hace unos 29.000, el Hombre de Neanderthal o Homo Sapiens Neanderthalensis ocupó una vasta franja que incluye la mayoría de Europa y una buena porción de Asia hasta Asía Central (existe incluso la posibilidad de llegaran más allá). Probablemente fuera la primera criatura inteligente que habitara muchas de estas regiones, entendiendo como «inteligente» la capacidad para crear su propia cultura.

La inteligencia del Hombre de Neanderthal, en realidad, nunca ha sido puesta en duda. Realizaba complejos rituales funerarios, decoraban sus utensilios con símbolos mágicos y existen indicios de que también se decoraban el cuerpo. Además, cocinaban su comida y eran capaces de realizar herramientas en algunos casos ciertamente sofisticadas como agujas de coser o anzuelos que sólo se distinguen de las actuales en el material con que están hechas.

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Los hombres de Neanderthal realizaban enterramientos complejos, en los que solía incluirse herramientas y ajuares que, quizás, creyeran que pudieran serle útiles al difunto para sobrevivir en la otra vida. En el Museo Arqueológico de Oviedo se puede contemplar, colocado tal y como fue hallado, un Hombre de Neanderthal con su ajuar encontrado en la cueva de Los Azules y que fue el primer homínido desenterrado en España.

La misma investigación ha servido también para demostrar que los hombres de neanderthal eran capaces de hablar (algo que, por otra parte, ya nos imaginabamos) y que al menos los investigados eran de piel blanca y pelirrojos (yo siempre me los había imaginado morenos, mira tú :). Pero, a falta de que acaben de contarnos todo lo que han descubierto, de momento el descubrimiento más importante ha sido la demostración de que nosotros no tenemos ADN neanderthal.

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De piel blanca y pelo pelirrojo, así son todos los neanderthales cuyo ADN ha podido ser estudiado hasta el momento. Ambos rasgos son, en la raza humana, típicos de pueblos habituados a vivir al norte, en territorios con pocas horas de sol y que requieren adaptaciones para que la piel pueda recoger la mayor cantidad de luz posible. Los neanderthales, sin embargo, no vivían tan al norte aunque sí en territorios muy fríos.

El Hombre de Neanderthal se extinguió hace unos 29.000 años, posiblemente a causa de la llegada de una nueva raza humana, el Hombre de Cromagnon (Homo Sapiens Sapiens), del que nosotros descendemos. La hipótesis fácil es la de suponer que nuestros antepasados aniquilaron y/o arrinconaron a los neanderthales hasta su desaparición, pero también existía la posibilidad de que el Hombre de Neanderthal en realidad no fuera una especie distinta sino otra raza humana que acabó mestizándose con los recién llegados. En otras palabras, si nuestra relación con ellos era la misma que tiene un perro y un gato (distintas especies) o un entre un perro y un lobo (distintas razas), si lo que nos separa de ellos es lo mismo que a un europeo le separa de un asiático o algo más. Parece ser que sí, algo más.

Del hecho de que no tengamos ni rastro de ADN Neanderthal se deduce que, efectivamente, se trataba de especies distintas ya que en caso contrario, entre los miles de años de convivencia necesariamente debería haberse producido mestizaje. Biológicamente, se distingue especies según su capacidad para producir descendencia fértil. Si dos animales pueden procrear son de la misma especie, por muy distintos que parezcan (fíjese las distintas razas de perros). Todas las razas humanas (amerindias, europeas, africanas, asiáticas…) pertenecemos a la misma especie porque, aunque podamos ser bastante distintos físicamente, todos podemos procrear unos con otros.

Gracias a esta investigación ahora sabemos que otro tipo de animal distinto a nosotros también ha sido capaz de inventar su propia tecnología y, seguramente, habría sido capaz de desarrollar sus propias civilizaciones si les hubieramos permitido hacerlo. Un nuevo golpe al antropocentrismo, y al creacionismo.

Sigue quedando en pie el gran misterio sobre la extinción de los Neanderthales. Es claro que se vieron perjudicados por el gran cambio climático que finalizó la última glaciación, siendo como eran personas muy adaptadas al frío. Sin embargo, su inteligencia debió haberles permitido adaptarse a los cambios y, en todo caso, existen tierras cercanas a las que ellos habitaron con unas condiciones semejantes, como Escandinavia o Siberia. ¿Por qué no sobrevivieron simplemente trasladándose al norte?

Hace unos 40.000 años, el hombre de Cromagnon entró en Europa, probablemente desde Oriente Medio. Era el Hombre de Cromagnon un Homo Sapiens Sapiens, con diferencias muy pequeñas con respecto a nosotros, no mayores a las que se puede encontrar entre un europeo y un africano. Desde luego, si un hombre de cromagnon viviera en nuestros tiempos, podría procrear con nosotros. Eran nuestros antepasados y pertenecían a nuestra misma especie.

Por lo tanto, durante unos 10.000 años, ambas especies convivieron en el mismo ambiente y, da la sensación, los cromagnones invadieron el mundo neanderthal hasta acabar con ellos.

Bien, aceptemos esta hipótesis como la más probable, sólo nos queda la pregunta ¿por qué vencieron los cromagnones? ¿qué tenían nuestros antepasados que les dio ventaja?

¿Eran más inteligentes? pues quien sabe, a lo mejor sí que lo eran. En cualquier caso, debemos destacar que el hombre de neanderthal tenía una capacidad craneal superior a la nuestra (su cerebro era más grande), si bien también es cierto que su cuerpo en general era más grande.

En cualquier caso, el tamaño del cerebro no nos sirve para determinar si una criatura es más inteligente que otra ya que depende de como esté organizado y eso, de momento, no lo sabemos. En general, los hombres tenemos un cerebro mayor que las mujeres, y las personas más altas tienden a tener un cerebro más grande que las personas más bajas. Y nadie puede suponer que los hombres sean más inteligentes que las mujeres ni los altos que los bajos.
¿Eran los neanderthales menos violentos? No parece probable teniendo en cuenta que eran principalmente cazadores, además sabemos que alguno de ellos practicó el canibalismo, lo que podría ser un indicio de que eran tan violentos como nosotros.

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El cráneo de un Neanderthal varón típico revela un cerebro que ocupaba unos 1.500 centímetros cúbicos (nuestra media está en torno a 1.300) si bien se conocen ejemplares que incluso superaban los 1.700.

¿Tenían los invasores cromagnon una tecnología superior? Una teoría muy extendida, para mi sorpresa. Efectivamente, las herramientas que solemos encontrar junto a los hombres de cromagnon suelen ser más sofisticadas… Pero también es cierto que generalmente en yacimientos mucho más recientes que aquellos en los que encontramos neanderthales.

A lo largo de la historia, hemos visto como pueblos con una tecnología superior eran capaces de destruir culturas milenarias. Pero siempre contando con la ventaja de una tecnología muy lejana. Para los indígenas americanos o africanos era muy complicado producir sus propias armas de fuego pero… ¿se encontró ante un problema semejante el hombre de Neanderthal?

Suponiendo que, efectivamente, los cromagnon llegaron con una tecnología superior esta tecnología seguía basada en el tallado de piedras y hueso. Los metales no sólo estaban lejos todavía de ser «domesticados» sino que, incluso, todavía le costaría al hombre llegar a la cima en su trabajo con la piedra. ¿Tan difícil les resultaría a los neanderthales copiar unas técnicas no mucho más avanzadas que las suyas? ¿incluso en diez mil años? personalmente me parece que no debió ser así.

¿Quizás exista alguna ventaja competitiva de tipo biológico que se nos esté escapando? Alguna ventaja tenían que tener los hombres de cromagnon sobre los neanderthales, claro está. Creo que podemos descartar la ventaja tecnológica, así que sólo podría ser una ventaja intelectual (ver más arriba) o biológica. En esta segunda línea, se ha especulado con la posibilidad de que los neanderthal sufrieran una natalidad más baja. Por ejemplo, a causa de mayores dificultades en el parto (a causa de su voluminoso cráneo, ver más arriba).

Una reproducción más rápida podría darle una ventaja decisiva a los hombres de cromagnon en un plazo de tiempo tan largo como el que estamos hablando, los neanderthales podrían rechazarles en infinidad de ocasiones pero estos siempre acabarían volviendo. Su victoria final sólo era cuestión de tiempo.

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A un primer golpe de vista, la forma del cráneo de un neanderthal nos da una sensación bastante primitiva, pero no debemos confundir distintas líneas evolutivas con una mayor o menor inteligencia. Destaca ante todo que los neanderthales tenían una mandíbula mucho más poderosa que la nuestra algo que, quizás, no esté relacionado con su tipo de alimentación. Estudios en su dentadura han llevado a la hipótesis de que los neanderthales masticaran el cuero que utilizaban para realizaban sus vestiduras con la intención de ablandarlo. Gran cantidad de las rugosidades que tiene su cráneo y que tanto destacan están relacionadas con la necesidad de servir de agarre a unos poderosos músculos masticadores. Tenían además una nariz muy chata y aplanada, lo que se ha relacionado con la necesidad de calentar mejor en las fosas nasales el aire frío. Aunque el hombre del dibujo mantiene la mirada al frente, el estudio sobre su columna vertebral demuestra que en realidad los neanderthales caminaban con la cabeza gacha, para así aprovechar el aire un poco más caliente que está en contacto con su pecho. Esta es también la explicación de lo abultado y levantado de sus arcos superciliares (cejas), en la necesidad de no obstaculizar la visión. Por último, el otro gran rasgo distintivo del cráneo de un neanderthal es la llamada «frente huidiza», una frente sensiblemente más corta que la nuestra. Su existencia probablemente también esté relacionada con el frío, al darle a la cabeza agachada una mayor aerodinámica y, por lo tanto, menor exposición al viento. Todos estos rasgos son, por lo tanto, puramente adaptativos y no tienen ninguna relación con la inteligencia de los neanderthales.

Y así, los hombres de Neanderthal desaparecieron de Europa y de la conciencia del hombre hasta que 19.000 años después nos hemos vuelto a encontrar con ellos. ¿O no fue así? Una teoría atractiva aunque poco probable insiste en ligar a los hombres de neanderthal con antiguas leyendas comunes a todos los pueblos de europa en la que aparecen trolls, hombres del bosque, ogros… humanoides grandes, peludos, fuertes y feroces… ¿Un lejano recuerdo de aquellas luchas en las que nuestros antepasados realizaron el primer genocidio del que tenemos noticia?


EL EXPERIMENTO SOVIÉTICO: 2- La Revolución en la periferia

24 octubre 07

(viene de…)

Era 1917 y la Gran Guerra llevaba tres años destruyendo Europa.

Mientras los grandes empresarios hacían fortunas inimaginables hasta la fecha, los pueblos europeos sufrían un hambre que no se conocía desde épocas muy distintas. Se estima que un 40% de las mujeres de Viena sufrieron faltas anormales en su periodo a causa de la desnutrición. La mayoría de la ropa que llevaban los alemanes estaba hecha con derivados de la ortiga y la mayoría de sus zapatos de madera. Tanta fue la carestía que en España, país que tuvo la fortuna de no participar en la guerra, se conoció el año 17 como «el año del hambre».

Pero, probablemente, los países en los que más sufrimiento estaba soportando la población era aquellos que pertenecían al Imperio Ruso. Un imperio subdesarrollado que tenía el ejército más numeroso del mundo pero también el más ineficaz. El campo ruso, anclado en los métodos tradicionales, apenas había conseguido superar la etapa de subsistencia y cuando la mayoría de los campesinos fueron movilizados para el esfuerzo bélico, toda Rusia sufrió una brutal carencia de alimentos.

Por si fuera poco, a los demás contendientes les quedaba la ilusión de ver como sus esfuerzos se veían recompensandos de vez en cuando por alguna victoria, mientras que los rusos tan sólo habían conocido derrota tras derrota.

Millones de campesinos que jamás habían salido de sus aldeas eran introducidos en un tren que les llevaba a miles de kilómetros para unirse al ejército donde sin botas, y a veces sin fusil, eran arrojados frente a un ejército alemán bien preparado y equipado que les aniquilaba con facilidad.
Para los dirigentes rusos, la única experanza pasaba por una victoria en Occidente de las fuerzas franco-británicas. Para los rusos de a pie, la única experanza era sobrevivir un día más.

El Zar Nicolás II ya era sumamente impopular antes de la guerra, especialmente desde su participación en la represión de la Revolución de 1905. Las derrotas militares acabaron de perfilar un ambiente insostenible. Rusia era un polvorín, y el polvorín estaba apunto de estallar.
Era evidente que Rusia estaba al borde de la Revolución, el problema era ¿qué revolución?

Según el marxismo clásico se consideraba que la humanidad debía pasar por una serie de etapas o Modos de Producción progresivamente más justos. El imperio de los zares vivía inmerso en lo que sería definido como Modo de Producción Feudal y, por lo tanto, antes de alcanzar el Socialismo debería pasar una fase Capitalista. Pero ya desde los tiempos de Marx se especuló con la posibilidad de que ante su retraso, quizás Rusia podría saltarse al Capitalismo y realizar su transición directamente al Socialismo.

Esta teoría se basaba en la hipótesis de que el resto de Europa, más avanzado, realizara antes sus respectivas revoluciones socialistas.

Pero ante el retraso de los proletarios europeos, un grupo de socialistas rusos empezaron a desarrollar la teoría de la Revolución en la Periferia. Según esta, las revoluciones se producirían siempre en las regiones más atrasadas, forzadas a encontrar la forma de superar su retraso. Lejos de quedarse a la espera, Rusia debía liderar la Revolución mundial. Resulta curioso observar que los defensores de esta teoría hablaban también de la posibilidad de que la Revolución se produjera en China.

El partido Socialista se dividió en dos tendencias a causa, principalmente, de esta teoría. Los que la defenderían se llamarían Bolcheviques, y serían liderados por Lenin. Los que creían en un marxismo más ortodoxo serían Mencheviques y Kerensky sería su lider.

Ante la inminente desintegración del poder central, tres grupos sociales comenzaron la lucha abierta por el poder: Los aristocrátas que, aliados con la Iglesia Ortodoxa, intentan mantener el régimen feudal; La escasísima burguesía de caracter liberal y el no mucho más numeroso proletariado y sus sindicatos. Aisladamente, los aristocrátas seguían manteniendo un poder mucho más fuerte que los otros dos, pero faltaba una fuerza más. Una fuerza que no organizó la toma del poder, pero que tuvo una importantísima importancia desintegradora. El campesinado.

La Revolución Rusa tuvo la originalidad de ser la primera revolución realizada por campesinos (así debía ser en un país poblado en un 95% por campesinos). O al menos así ha sido siempre analizada. En mi opinión no fue tanto. La Revolución Rusa no fue más que una revuelta campesina como tantas habían vivido todos los países europeos en su etapa feudal. Una revuelta que es capaz de derribar al poder pero que, ante su imposibilidad para ocuparlo, acababa derivando en un régimen semejante al anterior. Pero esta vez, si bien los campesinos eran igualmente incapaces de ocupar el poder, existían otros dos grupos que sí que lo eran. Los burgueses liberales y los proletarios bolcheviques.

En un primer momento, la Burguesía se hace con el control del poder y parecen tener posibilidades de consolidarse. Cuentan con el apoyo de los mencheviques, que siguen pensando que Rusia no está preparada para una revolución proletaria y por lo tanto deben ayudar primero a producirse la revolución burguesa. Cuentan también con una cierta pasividad aristocrática que les tiene mucho más miedo a los bolcheviques que a ellos.

Pero la victoria no es absoluta, en las principales ciudades (especialmente en Petrogrado) se forman los soviets. Organización sindical radical que ya había surgido en 1905 y que funciona de una forma democrática entre todos los obreros. Los soviets, en un primer momento sumisos, empiezan a crear un estado paralelo que el gobierno central nunca podrá dominar. Especialmente desde que el regreso de Lenin a Rusia serviría para organizar al disperso partido bolchevique.

La burguesía se hizo con el control del gobierno gracias a la guerra, pero aquí empezaría su principal problema. Sabían muy bien que si intentaban firmar la paz con Alemania el Reino Unido y la República Francesa reaccionarían con violencia ante lo que intuirían como una traición. Teniendo en cuenta que Rusia estaba sumamente endeudada con sus aliados, esto era algo muy peligroso. Enfrentados entre dos opciones imposibles, los burgueses decidieron continuar la guerra pero, sabedores de las consecuencias que podría conllevar una decisión tan impopular, nombraron a un socialista, Kerensky, como ministro de la guerra.

Cada día de guerra volvía más debil al gobierno burgués y más poderoso al movimiento soviético. Especialmente desde que el enfrentamiento soterrado se convirtió en guerra abierta tras la exijencia de Lenin «¡Todo el poder para los soviets!»

Los países del Etente, preocupados sobretodo por el mantenimiento del frente ruso, corrieron a abandonar a su antiguo aliado el Zar y reconocer como gobierno legítimo al gobierno revolucionario burgués. Pero esta legitimidad internacional desmentía lo que estaba pasando entre las fronteresas rusas.

El gobierno tenía el control de Moscú. Pero San Petesburgo pertenecía a los bolcheviques, grandes zonas rurales seguían en manos de los zaristas y el resto del país estaba sumido en el caos. El propio ejército era campo de batalla entre los tres bandos.

Desesperado, el gobierno burgués realiza su último intento de acercamiento a los soviets nombrando a Kerensky primer ministro. Rusia, el país más atrasado de Europa, sería el primero con un primer ministro socialista.

El claro aumento de la influencia socialista en todo el país hará crecer las esperanzas de los más miserables. Por todo el campo ruso se expanderán los rumores de repartición de tierras, y los soldados campesinos aumentan todavía más sus deserciones ante el miedo de que se produzcan reparticiones en sus pueblos y ellos no estén presentes para reclamar su parte. El frente se hunde y con él se hunde el gobierno.

En un intento desesperado, Kerensky negocia una alianza con Kornilov, importante general zarista y facilita el avance de este contra San Petesburgo, capital de los soviets. Los agentes soviéticos, sin embargo, consiguen infiltrarse en el ejército reaccionario y acabará provocando una revuelta en su mismo seno. El ejército de Kornilov se pasa en masa al bando soviético y, por primera vez dotado de un brazo armado, este pasará rápidamente al contrataque. Kerensky se verá desligitimado al demostrarse su acercamiento a los zaristas y se verá obligado a huir a los EEUU.

En la llamada Revolución de Octubre (el 17 de noviembre según nuestro calendario) de 1917, el partido Bolchevique alcanzará el poder, pero todavía estará lejos de consolidarlo.

(continuará)

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No lo entiendo

23 octubre 07

«¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos. » Gabriel Celaya

Sinceramente, no lo entiendo.

Existe una casa a las afueras de mi ciudad, un chalet abandonado. La tierra del jardín se eleva medio metro sobre el nivel de la calle. ¿Para qué disimular?. Todo el mundo conoce el motivo y todo el mundo conoce el macabro horror que esa tierra oculta. En esa casa fueron enterradas decenas de personas durante y tras la Guerra Civil. Sus descendientes caminan por la calle, sabiendo que allí están sus antepasados, sin reconocimiento, sin enterramiento, sin dignidad. Yo no entiendo porqué esta casa todavía existe.

En un trabajo anterior, pasaba todos los días por delante de una antigua nave industrial, un antiguo telar. Este edificio fue reconvertido en carcel durante y tras la Guerra Civil. Allí fueron torturadas cientos de personas, muchas de ellas antes de ser enviadas a la casa antes citada. Mi bisabuelo fue uno de ellos. Hoy ese edificio es un taller del Ayuntamiento, nada en él recuerda su terrible pasado. Yo no entiendo porqué ni si quiera existe una triste plaquita en honor de aquellas personas.

Soy consciente de que «el otro bando» también cometió atrocidades. No se trata de una venganza. Sé que muchas personas fueron torturadas y asesinadas por los defensores del bando legal. Pero esas personas ya no reposan en casas ni en cunetas. Fueron enterradas como su Dios manda. Se les hicieron homenajes, monumentos… Muchos de ellos han sido recientemente declarados mártires por una Iglesia que piensa que así nos va a ofender. Y no entiendo porqué no acepta que nos importa tres pepinos, que sólo queremos recuperar la dignidad de los nuestros.

Si mi bisabuelo no fue enviado a la casa del horror fue, curiosamente, gracias a un cura que mintió asegurando que era buen cristiano y que iba todos los domingos a misa. No tengo complejos en reconocer algo así, porque yo no creo que sigamos siendo bandos en lucha. Yo cuando veo un cura por la calle no pienso que sea un enemigo. Me opongo a la Iglesia como institución, pero no a los católicos como personas. ¿Cómo iba a ofenderme porque consideren mártires a personas que, posiblemente, fueron víctimas de una persecución injusta? ¿Por qué pensaban que sí? ¿y por qué son incapaces de hacer una reflexión equivalente a esta?

Yo sólo quiero que desaparezcan las fosas comunes de mi ciudad. Yo quiero una placa que recuerde a la gente que, como mi bisabuelo, fueron torturados cruelmente.

Yo sólo quiero que, por fin, setenta años después, podamos enterrar, como dios manda, a esos muertos.

Y no entiendo porque hay gente que no quiere. No puedo comprenderlo.


Etruria, el pueblo que podría haber sido Roma

16 octubre 07

Poco sabemos sobre los etruscos, pueblo ya mítico y legendario cuando los romanos empezaron a hablarnos sobre ellos. Llegaron a tener una cierta influencia en sus aguas y a desarrollar una civilización propia de la que poco sabemos. Desgraciadamente, no podemos leer sus documentos y lo que nos contaron los antiguos griegos y romanos está marcado por la distancia geográfica y/o cronológica.

Cuando los primeros griegos (eubeos) se establecen en Pitecusa (en el Golfo de Nápoles) en torno al sVIII Roma todavía no existe y toda la península itálica estaba poblada por pueblos que desconocían la escritura y que le parecieron a los helenos sumamente primitivos.

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Mapa en el que podemos ver el imperio etrusco en su máximo explendor. La principal colonia griega de la zona, Pitecusa, se encontraba en la islita que podemos observar enfrente de la también colonia griega Capua.

Pero entre estos pueblos, habría uno al norte que rápidamente comprendería los beneficios del comercio y que se convertirían en aventajados alumnos de los helenos. Los tirrenos, conocidos por los romanos como los etruscos, ganarían el suficiente respeto por parte de los griegos como para darle su nombre al mar que les rodeaba.

No sabemos casi nada sobre el pueblo etrusco. Tenemos algunos documentos escritos por ellos, pero hace ya muchos siglos que nadie puede comprender su idioma, un idioma que ni si quiera es indoeuropeo (la gran familia lingüístico de la que proceden la mayoría de las lenguas europeas)

Los romanos nos cuentan que era un pueblo de gran cultura y riqueza, formado por personas que vivían de cara al placer. Desgraciadamente, los romanos que nos lo contaron nacieron siglos después de la destrucción de la cultura etrusca, y parece seguro que lo que nos narran no es más que la versión idealizada de una cultura legendaria. Una cultura que a los primitivos romanos debió parecerle el culmen de la sofistificación.

Yendo a lo que parece más seguro, sabemos que los eubeos se establecen en Pytecusa (Ischia) en el sVIII, pero no sabemos casi nada sobre lo que hicieron más allá de ser evidente que sus barcos recorrían todo el mar que actualmente todavía llamamos Tirreno. Por lo que sabemos de otros lugares donde los helenos se establecieron más recientemente (y, por lo tanto, conocemos mejor), los griegos únicamente extenderían sus actividades por la costa, y serían los propios pueblos nativos los que llevarían sus mercancías hacia el interior. Resulta verosimil pensar que los etruscos jugarían este papel, y que así iniciarían su ascenso.

Eran los etruscos un pueblo establecido en varias ciudades-estado muy celosas de su independencia, imitando el modelo griego. Pero que establecieron una alianza (la federación etrusca) que probablemente naciera de su necesidad de equilibrar la superioridad helena.

En algún momento, los tirrenos le cogerían el gustillo a eso del comercio y empezarían a construir sus propios barcos y a iniciar la construcción de su propio imperio comercial. Y no debió dárseles mal, cuando los griegos insisten en que eran unos malditos y malvados piratas (honor que los helenos tan sólo dedican con más profusión a los fenicios).

La cumbre de su poderío debió llegar apartir del 537 aC , tras la batalla de Alalia (Córcega). En esta batalla, los griegos consiguieron derrotar a una coalición cartaginesa y etrusca, pero perdieron tantos barcos en esta victoria que los etruscos, desde entonces, serían los amos del mar Tirreno. Esto no debió gustar mucho a sus aliados cartagineses, que pasan a convertirse en sus rivales.

Pero también por esos tiempos surgió una amenaza para la coalición etrusca. En torno al 510 aC, 27 años después de la batalla de Alalia, es fundada la ciudad de Roma en el extremo sur del dominio etrusco, entre unos pueblos que se denominaban latinos y que se encontraban bajo un inseguro dominio etrusco. No es bien conocida la influencia etrusca sobre la Roma recién fundada, pero es claro que esta fue considerable. Probablemente sus tres últimos reyes fueran etruscos, y quizás la expulsión del último esconda una revuelta contra los etruscos.

Aquella Roma consiguió una cierta riqueza gracias a sus cercanas salinas (en un mundo sin congeladores ni latas de conserva, la sal es la única forma de conservar carnes y pescados, y por lo tanto un preciado recurso) Además, aquella Roma empezó pronto a construir su propia flota (flota que acabarían abandonando tras acabar con los etruscos, Roma no volvería a tener una flota digna de tal nombre hasta siglos después). Roma lideraría una revuleta latina contra los etruscos y construir una confederación en el Lazio semejante a la de sus vecinos del norte.

Roma apareció desde el principio como una amenaza para los etruscos. Una amenaza pequeña, reconozcámoslo, una pequeña molestia para los poderosos tirrenos. Pero una molestia capaz de firmar una alianza con los cartagineses y capaz de mantener constantes guerras contra la cercana ciudad de Veyes, frontera sur de la federación etrusca.

Al continuo enfrentamiento contra griegos, cartagineses y romanos, los etruscos tuvieron que añadir una amenaza imprevista cuando los Galos invadieron el norte de Italia. Los celtas del norte arrasaron toda la etruria y llegaron a conquistar la misma Roma (nadie más repetiría tal azaña hasta el sV).

Los romanos se vieron beneficiados por su posición geográfica al sur de los etruscos que, enseguida empezaron una guerra de liberación contra los invasores galos. Cuando por fin estos fueron empujados hacia el Valle del Po, Roma aparecía ahora como la potencia predominante de la Italia central.

Debilitados por los años de ocupación gala, los etruscos se encontraron con una presencia mucho más fuerte de los cartagineses en sus costas y con una ambiciosa Roma. Esta última acabaría finiquitando la historia de la cultura etrusca, iniciando un ascenso que no finalizaría hasta alcanzar el dominio de todo el Mediterraneo.


EL EXPERIMENTO SOVIÉTICO: 1- Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases

15 octubre 07

Acababa de nacer el sXX y Europa se encaminaba al desastre. La tensión entre dos poderosos bloques (el Imperio Britántico, la República Francesa y el Imperio Ruso por un lado y el Imperio Alemán y el Imperio Austro-húngaro por el otro) era ya inaguantable y en cualquier momento cualquier pequeña excusa podría desembocar en la mayor guerra jamás conocida hasta entonces, la Gran Guerra.

Nada parecía capaz de detener el inminente conflicto… bueno, casi nada.

El Movimiento Obrero Internacional, personalizado en la II Internacional, afirmaba que ellos podrían parar la guerra. La guerra era, para el movimiento proletario, un problema de egos capitalistas, el choque entre distintos imperialismos en la que los trabajadores tendrían mucho que perder, pero nada que ganar. «Ningún obrero moriría para enriquecer a los grandes empresarios». «El enemigo no era un obrero del país de al lado, sino el explotador de cualquier país». «La guerra es un negocio entre personas que no se conocen pero se matan entre sí en beneficio de personas que sí se conocen pero no se matan». «A la declaración de guerra, los trabajadores responderían con la declaración de la Huelga General» o, lo que es lo mismo, con la Revolución. «Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases».

Hubo momentos en los que llegó a parecer que efectivamente tal utopía era posible. Una de las claves por las que la guerra tardó tanto en estallar es el tiempo que los distintos gobiernos necesitaron para asegurarse que los sindicatos no paralizarían su industria bélica y les arrastrarían a una rápida derrota. Contra ellos tenían un poderoso armamento… el Nacionalismo.

Si el sentimiento socialista era poderoso, también lo era efervescencia nacionalista y xenófoba. Todo tipo de argumentos eran válidos para aumentar el odio de cada potencia contra las potencias vecinas, desde las teorías raciales o históricas hasta las progresistas (los socialistas alemanes hablaban del feudalismo zarista, los socialistas franceses de las ausencias democráticas en el país germánico)

En extremis, el nacionalismo consiguió ganarle la partida al internacionalismo y cuando estalla la guerra los obreros se alistan en el ejército y los diputados socialistas votan los créditos de guerra (con excepciones, como el diputado del SPD al que sus propios compañeros de partido quisieron fusilar por traidor a la patria)

Pero la victoria del nacionalismo sería tan ajustada que el internacionalismo flotaría permanentemente como una amenaza y aparecería con fuerza en momentos críticos de la I Guerra Mundial. Ya en la primera navidad de la guerra comenzarían estos coletazos, pero especialmente importante sería lo sucedido a finales de la guerra y, especialmente, apartir de la Revolución Rusa.

(continúa)

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