Tebas, la ciudad griega que derrotó a Esparta

4 agosto 08

«[…] fueron por la derecha del Eurotas quemando y saqueando casas repletas de bienes. En cuanto a los habitantes de la ciudad las mujeres no soportaban ver el humo siquiera, porque nunca habían visto enemigos; los espartiatas, cada uno en su puesto, aunque parecían y eran realmente pocos, vigilaban la ciudad que estaba sin murallas. « Jenofonte. Helénicas.

Tebas era la ciudad más importante de la Beocia (región al norte del Ática y al sur de la Tesalia, en el centro de la Grecia continental). Desde los tiempos legendarios, Tebas había aspirado a mantener su hegemonía sobre sus vecinos, con resultados irregulares.

Mapa de Grecia durante el apogeo tebano

Cuando el Gran Rey persa Jerjes invadió Grecia, Tebas se alió con él y se convirtió, de facto, en la capital de la Grecia ocupada. Hasta que una coalición de griegos, liderada por atenienses y espartanos, les inflije una severa derrota en Platea (479 adC), ciudad al sur de la Beocia.

La derrota de los persas dejará a Grecia bajo el dominio de dos potencias que pronto empezarán a mirarse entre sí con hostilidad, Atenas y Esparta. Tebas jugará a las alianzas con uno y con otro intentando así asegurar lo que perdió tras la batalla de Platea, su dominio sobre la Beocia.

Platea se convierte apartir de entonces en el principal problema de la política exterior tebana. Aliada con Atenas, Platea pasa a ser una potencia de mediana importancia en la Beocia y pugnará con Tebas por el dominio de la provincia.

Pero esta situación durará tanto como el predominio de Atenas. Y así, durante las Guerras del Peloponeso, Esparta, destruirá la ciudad de Platea (373 adC), por petición tebana. Apartir de ahí Tebas, indiscutible dueña de la Beocia, iniciará su ascenso.

De las Guerras del Peloponeso salió Esparta fortalecida como potencia dominante de Grecia, una vez el poderío ateniense había sido destruido por los siracusanos y los espartanos. Sin embargo, era Esparta un gigante con pies de barro. Su brutal sistema social le exponía constantemente a las revueltas internas (que se sucederán constantemente). Y su sistema oligárquico le dará una importancia excesiva a un reducido número de ciudadanos-soldados, exponiendo el país entero a una catástrofe en caso de una derrota militar.

Así sucederá en la batalla de Leuctra (371 adC), cuando los tebanos aniquilarán a la flor y nata del ejército espartano, víctimas de una concepción de la guerra más anticuada y rígida que los tebanos. Desde este año, Tebas se convertirá en la potencia hegemónica de Grecia y, para asentar su dominio lanzará sendas campañas al norte (para poner freno al crecimiento de Tesalia) y al sur (para liberar a los arcadios y mesenos del dominio de Esparta).

Ambas campañas resultaron victoriosas. De Tesalia, los soldados tebanos se trajeron como prisionero a un joven que la historia conocería posteriormente como Filipo de Macedonia. En el Peloponeso los tebanos se entraron hasta la cocina y se plantaron, para su sorpresa, ante la legendaria Esparta.

Desde los tiempos legendarios, ningún ejército en armas había alcanzado jamás a Esparta. De hecho, la ciudad lacedemonia ni si quiera tenía murallas ¿para qué las necesitaba?

Todos los griegos se sorprendieron de la hazaña y de la osadía tebana, incluso los mismos tebanos que, desde que entraron en la tierra de los espartanos, actuaron con mucha mayor prudencia de la habitual en ellos. De hecho, todo parece indicar que si hubieran aceptado la realidad, que Esparta se encontraba de rodillas, podrían haberle dado el golpe de gracia.

No lo hicieron sin embargo, no se atrevieron, y después de devastar el territorio y asaltar algunas ciudades menores, abandonaron la Lacedemonia dándole a sus enemigos el tiempo que necesitaban tanto como el vivir.

Sin embargo, tras esta expedición quedó asentada la hegemonía tebana sobre toda Grecia, y ni si quiera la alianza entre Atenas y Esparta pudo evitarlo. Sin embargo, duraría poco.
Tan solo nueve años después, una coalición de pueblos del Peloponeso y del Ática será nuevamente derrotada por los tebanos en Mantinea (362 adC), en esa batalla, morirán los mejores líderes tebanos (incluido Epaminondas) y Esparta perderá lo que le quedaba. Era el momento más adecuado para la entrada de una nueva potencia en escena, y esa nueva potencia llegó del norte.

El debilitamiento de Tesalia había beneficiado a los macedonios de la misma manera que la destrucción de Platea había hecho con Tebas. Y el antiguo prisionero, Filipo de Macedonia, llegará con un ejército ante el cual ningún griego oponerse.

Apartir de Filipo de Macedonia, ninguna de las antiguas ciudades recuperará jamás su poder. Y apartir de su hijo, Alejandro Magno, el poder de los helenos se trasladará a reinos como Egipto, Macedonia o el Imperio Seleucida.

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