Uno está acostumbrado a pensar que la mayoría de las técnicas narrativas complejas son algo moderno. Pero de vez en cuando descubres una obra que te muestra como siempre hay alguien con esa pizca de suerte o genialidad que le ha permitido utilizarlas mucho antes de lo que pensarías.
Me ha pasado esto con romance del ruiseñor (laustic en antiguo bretón) un poema de gran sensibilidad que tiene una trama muy sencilla. Dos amantes viven en casas que están unidas por una pared, así que aprovechan su buena suerte para hablar por las noches. Como el marido de ella, lógicamente, empieza a sospechar algo, ella dice que baja a escuchar a un ruiseñor. Al final, el marido mata al pobre pajarillo con gran crueldad, rompiéndose así la conexión entre ambos amantes.
El pajarillo es mostrado como metáfora del vínculo entre los dos, hasta el punto de que su desparición conllevará la ruina de la relación. Él decidirá conservar el cuerpecillo del pájaro como recuerdo de tal amor. Utilizar de esta forma al ruiseñor como foco que permite contar tanto sobre los personajes sin referirse nunca a ellos, me parece una práctica narrativa muy sofisticada, especialmente cuando hablamos de una obra que seguramente sea de finales del sXII.
De la autora no sabemos ni el nombre completo. Vivió en Inglaterra durante la dominación normanda y compuso poesía en francés de gran calidad basándose en leyendas populares de su bretaña (casi seguro) natal. Sus poemas están firmados de la siguiente forma «María tengo por nombre y soy de Francia» por lo que es conocida como Marie de France.
LAUSTIC (traducido por Ramón Sainero)
Una aventura os contaré
de la que los bretones un romance hicieron;
Laustic es su nombre, me dijeron
(así se llama en su país):
es el rossignol en francés
y el nightingale en correcto inglés.
En Saint-Malo la encontré
fue una ciudad renombrada.
Dos caballeros allí habitaban
y dos casas próximas tenían.
El uno tenía mujer casada,
prudente, cortés y encantadora
maravillosamente era querida
siguiendo la costumbre y la manera.
Y el otro era un bachiller
-muy bien conocido entre sus vecinos-
por sus hazañas, de gran valor;
y voluntarioso hacía honor,
mucho rodeaba y gastaba
y lo que él tenía bien daba.
la mujer a su vecino amó:
tanto la requirió, tanto la suplicó
y tanto bien sintió,
que por nada lo amó,
solamente por el bien que al oírlo sentía
y porque él estuviera cerca de ella.
Prudente y bien se amaron
mucho se cubrieron y guardaron
para que no fueran descubiertos
ni molestados ni difamados.
Porque cerca tenían sus dos guaridas,
próximas estaban sus casas
sus miradores y sus salas:
ni existía obstáculos ni separación
sólo un muro de piedra gris había.
donde por la noche o por el día
juntos ellos hablar podían;
nadie les podía observar
que a la ventana viniera
y entrever pudiera.
Largo tiempo se han amado,
tanto que este verano
los bosques y praderas han reverdecido
y los huertos florecido.
Los pajarillos con gran dulzor
llevan su alegría bajo la flor.
Que amor tiene esta inteligencia
no es maravilloso que así lo entienda.
Del caballero os diré que lo ve:
y allí comprende su poder,
y de la dama por otra parte,
de hablar y de observar.
La noche cuando la luna brilla
frustrada a menudo se levanta
y con su manto se disfraza.
Una cosa se ha de pensar:
para al ruiseñor atrapar.
No hay criado en su mansión
que no haga trmapas, redes o lazos;
después las ponen en los juncos.
No hay rellano ni castaño
donde ellos no pongan pegamento o lazo,
tanto que lo cogieron y retuvieron.
nada más coger al ruiseñor
en seguida lo llevaron a su señor.
Mucha fue su alegría, cuando lo tuvo
y a la habitación de su dama vino.
«¿Señora, dónd eestáis, asunto concluido?
¡venid! ¡habladnos!
que tengo al ruiseñor pegado
por el que tanto habéis velado.
¡Es así que ya podéis reposar en paz,
él no os desperatará jamás!»
Cuando la dama lo escuchó
dolida y desazonada se sintió.
A su señor lo ha demandado,
y él con cólera lo ha matado,
el cuello le parte con las dos manos.
Esto hizo el gran malvado.
A la ventana se acerca
proque su amigo que ella conoce
allí vive y se agita
y la mayoría de las noches viene.
Placer al verse tienen
cuanto más porque verse no pueden.
Tanto ella allí fue, tanto se levantó
que su señor se irritó
y muchas veces le preguntó
por qué se levantaba y a dónde fue.
«Señor, «la dama le responde
«en este mundo no hay alegría mayor
que escuchar cantar al ruiseñor.
Porque me hace aquí permanecer
escuchando en la noche ten dulcemente
que gran consecuencia me parece.
Tanto me delecta y tanto lo quisiera
que yo cerrar los ojos no pudiera.»
Cuando el señor escucha lo que ella dice,
con furor y mal humor se ríe;
sobre la dama el cuerpo lanzó,
y su camisa ensangrentó
un poco por debajo del seno;
de la habitaicón salió irritado.
La dame le pequeño cuerpo toma,
duramente llora y maldice
a todos aquellos que el ruiseñor trajeron
y las trampas y lazos hicieron,
porque en gran medida le han arrebatado la laegría.
«No podré por la noche levantarme más
ni en la ventan apermanecer,
donde solía a mi amigo ver…
el ruiseñor se lo trasmitiré;
¡aventuradaemnte se lo mandaré!»
En un prezo de brocado
en oro bordado, todo ha escrito,
y al ruiseñor ha empaquetado.
A su criado ha llamado;
su mensaje le ha encargado,
a su amigo lo ha enviado.
Ante el caballero llegan,
de parte de su dama le saluda
todo su mensaje le cuenta
y el ruiseñor le muestra.
Cuando todo le ha dicho y mostrado
-y el había bien escuchado-
se dolió del acontecimiento
pero no fue malvado o lento,
un estuche ha hecho forjar.
Sin nada de hierro o acero
todo hecho en oro fino y bellas piedras
muy preciosas y muy caras;
con tapadera bien sjueta.
Al ruiseñor allí ha metido
después para cazar lo ha sellado,
siempre con él lo ha llevado.»
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