Aborígenes australianos, el delito de no saber cultivar la tierra

30 julio 08

«Este vasto país no era para ellos más que un territorio comunal – no sometían a la tierra a ningún tipo de labor-; su propiedad, su derecho no validan más que los del emú o del canguro. No semetían a la tierra a ninguna labor y esto – y sólo esto- es lo que da derecho a su propiedad […] El pueblo británico […] ha tomado posesión […] y tenía pleno derecho a hacerlo, por la autoridad divina, según la cual se ordenó al hombre avanzar sin dudar, poblar y cultivar la tierra.»

Sydney Morning Herald, 1838

La asociación Generación Robada intenta conseguir un reconocimiento hacia los 50.000 niños que fueron arrebatados a sus padres desde los años 20 hasta… ¡los años 80! Es un paso más en la larga lucha por la justicia de los pueblos aborígenes que tienen la desdicha de vivir en el que (tras el final del apartheid en Sudáfrica) es hoy el país más reaccionario de la Commowealth.

Vamos a intentar resumir brevemente esta lucha.

James Cook durante su expedición en Australia realizó una estimación totalmente equivocada sobre la población de Australia. Seguramente el famoso explorador, lo hizo de forma bienintencionada y dificilmente podría llegar a saber la trascendencia que tendrían sus breves palabras:

El número de habitantes de este país parece ser extremadamente pequeño en relación a su extensión. No hemos visto nunca un grupo que reúna a treinta personas a la vez. […] No obstante, es totalmente cierto que sólo hemos visto la parte oriental de la costa y que entre ésta y la orilla occidental se extiende una inmensa extensión de tierra completamente inexplorada, pero hay buenas razones para creer que ésta o bien está totalmente deshabitada, o bien está poblada aún más pobremente que las partes que hemos visitado.[…] Es cierto que no hemos visto, en todo el país, un solo pie de tierra cultivado, por lo que podemos llegar a la conclusión sin más de que allí donde el mar no contribuye a la subsistencia de los habitantes, el país no está habitado.

Para la mentalidad europea de finales del sXVIII, la posibilidad de que un número grande de personas pudiera subsistir de la caza y la recolección era algo impensable. Los primeros colonos de lo que llamaron Nueva Gales del Sur descubrirían a medias el error de Cook: «La población era más densa de lo que se había creído en general en Europa.» pero «esta observación no debía aplicarse a las partes interiores del continente, pues existían todas las razones para afirmar que, de acuerdo con sus investigaciones y la manera de vivir d elos indígenas, estaban deshabitadas.»

Si la inmensa mayoría de Australia permanecía inhabitada, era justo que los ingleses ocuparan y pusieran en producción toda esa tierra ¿no? Bajo este argumento se ha justificado la apropiación de tierras poseidas por los aborígenes hasta 1992. Apesar de que, evidentemente, Australia no estaba despoblada.

Los primeros colonos australianos quisieron aprovechar las enormes planicies por medio de la ganadería extensiva. Los aborígenes, en un primer momento, no conocían la noción de animal doméstico ni, mucho menos, la de propiedad privada sobre un animal. Así que se dedicaban a cazar al ganado.

Y así nació una leyenda que sirvió desde entonces para acusar a los aborígenes de cualquier desaparición de un animal. Se junta a esta incomprensión la dudosa moral de los colonos (no olvidemos que en un primer momento los colonos australianos fueron principalmente presidiarios). Por todas partes se tomaron medidas destinadas a mantener a los aborígenes alejados del ganado, como se hacía con los lobos. En Queensland se envenenaba a indígenas con cebos y periódicamente se practicaban macabros partidos de fútbol con una cabeza humana como balón. En Australia Occidental se les arrastraba con un caballo hasta su muerte. Además de los asesinatos eran habituales también todo tipo de agresiones sexuales, que los jueces justificaban con un argumento tan absurdo como la escasez de mujeres blancas. En realidad, pocos crímenes cometidos contra un aborígen fue jamás perseguido por la justicia.

No fue nunca expresado de esta forma, pero desde el momento en el que los aborígenes no habían descubierto la agricultura, tenían un estatus de animales. De animales dañinos incluso. Los aborígenes, por su parte, intentaron recurrir a la violencia para defenderse. Se estima que unos 20.000 aborígenes murieron combatiendo, frente a 2.000 – 2.500 europeos.

Muchos australianos vieron sacudirse sus conciencias ante unos atropellos tan evidentes y los defensores de los aborígenes consiguieron que el estado prohibiera expresamente las peores prácticas. Sin embargo, poco podía hacer el estado ante una oposición mayoritaria de la población blanca, como quedó ejemplizado en la matanza de Myall Creek.

En 1838, en Myall Creek (Nueva Gales del Sur) veintiocho aborígenes de todas las edades y de ambos sexos, fueron atados juntos y degollados por un grupo de presidiarios. No era algo extraño, pero esta vez el estado decidió intervenir y once presos fueron inculpados por asesinato. Un movimiento masivo de solidaridad se extendió por todo el país. Irónicamente, el hecho de que se tratara de una práctica habitual fue utilizado en su defensa.

Siete de los once acusados fueron ahorcados, pero los otros cuatro fueron liberados sin ningún motivo lógico para ello. Apartir de este episodio, la impunidad quedó garantizada. De hecho, apartir de la segunda mitad del sXIX, será la propia policia la responsable de las más importantes matanzas. Charles Rowley hablaría de ciertas policías de Queensland con fama de «cumplir su deber con una ferocidad contra natura».

El mismo Rowley escribiría en 1972 que «hay personas que todavía recuerdan que, cuando eran jóvenes, podían matar a un aborigen con plena impunidad, e incluso legalmente; y hay todavía miembros de tribus aborígenes que se acuerdan de ello»

Sin embargo, la situación de los aborígenes fue evolucionando lentemante. En un primer momento, los australianos bienpensantes llegaron a la obvia conclusión de que no se podía ir por ahí aniquilando seres humanos… así que decidieron integrarlos en reservas donde se verían obligados a aprender, por fin, a labrar la tierra para poder subsistir… Estas reservas se fueron creando en lugares pobres y, por lo tanto, baratos, hasta que la presión de los ganaderos hacía subir su precio, con lo cual las reservas eran vendidas y los aborígenes alejados a tierras de peor calidad. En 1902 más de la mitad de las reservas originales habían vuelto a manos blancas.

Los aborígenes no aprendieron a cultivar la tierra. Probablemente porque jamás se preocupó nadie en enseñarles como. Las reservas se convirtieron en enormes campos de concentración donde miles de aborígenes morían anualmente de hambre, de sed y de enfermedades. Los únicos que consiguieron integrarse de alguna manera en la economía de los blancos fueron los que consiguieron aprender a montar bien y se convirtieron en mozos de cuadra. Como los aborígenes no tenían derechos (apartir de 1836, quedó sentado jurídicamente que, por una parte, no eran súbditos británicos, y que , por otra parte no tenían poder para firmar contratos o prestar testimonios ya que no creían en una divinidad única sobre la que jurar), no era extraño que estos aborígenes trabajadores fueran secuestrados para vivir en una situación cercana a la esclavitud.

Hacia 1880 la mayoría de los aborígenes vivían en lugares muy aislados o en guetos urbanos. La ley de los blancos permitía apalearles, violarles o asesinarles con absoluta impunidad. Existe una rica literatura oral aborígen que habla de estos temas.

Con el cambio de siglo comenzó a producirse un cambio radical en la mentalidad australiana. Frente a la política de exterminio, empezó a optarse por una política racista, pero más humana, de asimilación. Principalmente las mujeres aborígenes y mestizas fueron las más afectadas por esta política, siendo obligadas a trabajar como criadas para así recibir los «beneficios» del contacto con los blancos.

Como el sistema no parecía dar los resultados esperados, es apartir de los años 20 se inició la práctica de secuestrar niños para que fueran educados por familias blancas. Estos niños eran arrancados por la fuerza de sus padres que intentaban esconderles o resistirse violentamente. En algunas ocasiones, estos niños fueron víctimas de malos tratos en sus nuevas familias, incluso se investiga la posibilidad de que muchos de ellos fueran innoculados con enfermedades como la lepra para realizar experimentos médicos. En todos los casos, se cortaba de raiz su contacto con su familia biológica.
Sólo apartir de 1972, el Partido Laborista australiano empezó, poco a poco, a  dar los primeros pasos hacia la justicia. En 1975, se votó un decreto sobre la discriminación racial. Este decreto abrió las puertas para que en 1992 un tribunal produjera la Decisión Mabo, que permitía a los aborígenes por primera vez reclamar sus tierras.  Desgraciadamente, en 1993 el Partido Conservador ganó las elecciones y recortó en gran medida los pequeños éxitos de las décadas anteriores. En 2000, este gobierno recibió la condena del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas. El gobierno respondió que no volvería a escuchar a las Naciones Unidas.


Etiopía, un reino cristiano al sur del Islam

29 julio 08

Dos ilustraciones sacadas del Baul de Josete

(sin su permiso, espero me perdone)

Cuando el Cristianismo primitivo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, gozaba de una organización mucho más flexible que la actual. No existían la figuras del Papa de Roma ni del Patriarca de los cristianos ortodoxos, que surgirían posteriormente, y cada obispado tenía una gran libertad. Algunos de estos obispados, como el de Alejandría, se convertirían en importantes focos espirituales capaces de crear sus propias versiones del cristianismo, «herejías» se diría poco después.

Los obispos de Alejandría desarrollaron el llamado cristianismo monofista, que afirma que Cristo en realidad no sufrió nada de nada al ser crucificado. Y es que su naturaleza divina absorvió a su naturaleza humana (monos-fisis una-naturaleza). La influencia de Alejandría y su monofismo se extendió no sólo por Egipto sino por gran parte del África del norte y hacia el sur por la Nubia y la actual Etiopía.

Será así como los misioneros egipcios entrarán en contacto con el reino de Aksum.

EL REINO DE AKSUM

En torno al sI d.C. la ciudad de Aksum (en la actual Etiopía) crea en torno así un pequeño reino destinado a convertirse en la potencia comercial dominante del Mar Rojo. Financiados por el marfil del interior de África, los mercaderes de Aksum establecieron importantes relaciones con las provincias orientales del Imperio Romano, las vecinas ciudades árabes y los lejanos mercaderes de la India. Parece ser que la cristianización de Aksum se produce en torno al sIV, en cualquier caso, está suficientemente arraigada como sobrevivir a la destrucciónd el reino (por motivos desconocidos) poco después de la invasión islámica de Egipto (sVII).

El cristianismo de Etiopía comienza entonces su larga andadura en solitario manteniendo sólo contactos ocasionales con los cristianos ortodoxos de Bizancio (aunque abundantes con los cristianos coptos de Egipto, gracias a la tolerancia de que tradicionalmente gozó este país).

ETIOPÍA POST-ASKUM

Los nuevos reinos surgidos al sur mantendrán la tradición cultural y religiosa de Aksum (hasta el punto de que existen teorías que hablan de una migración)

Al igual que hicieron los reinos cristianos europeos, los reinos de Etiopía elaboraron sus propios santuarios y lugares de tradición sagrada. Destacan por ejemplo las once iglesias escavadas en la roca en torno al sXIII, con paredes hermosamente pintadas, que todavía hoy son lugares de peregrinación. Una de estas iglesias está dedicada al arcángel Gabriel y otra al arcángel Rafael, siendo las únicas iglesias que yo conozca dedicadas a ángeles. No es de extrañar por otra parte, ya que según cuentan estos arcángeles, junto a un grupo de ángeles y querubines, se tomaron la molestia de bajar a la tierra para ayudar a construir dichas iglesias.

Otro constructor célebre fue San Jorge, patrón de Etiopía, que se pasó por la región para ayudar con la excavación de las iglesias y construir el sistena de drenaje que, todavía hoy, sigue funcionando.

El aislamiento de los etiopes, fomentó el florecimiento de toda una tradición literaria que fue capaz de realizar grandes obras como el Kebra Nagast, epopeya compuesta durante el sXIV en el que nos narra la historia desde sus reyes. Reyes, por cierto, a los que hacen descender del Rey Salomón y la Reina de Saba.

El sXV trajo para la política exterior de Etiopía importantes cambios. Por una parte, Bizancio acabó cayendo bajo el poder de los turcos, y por otro lado los comerciantes portugueses, que buscaban el legendario Reino del Preste Juan (un reino cristiano más allá del mundo islámico, que cosas ¿verdad?), establecieron contacto con Aksum.

En un intento por acercarse a Roma, los reyes de Aksum impulsaron el culto a la Santa Cruz y a la Virgen, hasta entonces desconocidos en el país (los cultos, no la Cruz y la Virgen, evidentemente). Pero el cristianismo de la región seguiría desarrollando su propia línea que todavía hoy sigue diferenciándole bastante del catolicismo.

Uno de los muchos obeliscos levantados por los habitantes del reino de Aksum. Hasta hace poco se creían anteriores a la cristianización (quizás por su evidente influencia egipcia) sin embargo hoy se sabe que la mayoría se levantaron en una época en la que el reino ya había sido convertido.

MÁS SOBRE EL ÁFRICA SUBSAHARIANA

Cuando Kango Musa peregrinó a La Meca

Dr. Livingstone, supongo

El Rey Arturo de los Ashanti

MÁS SOBRE EL CRISTIANISMO PRIMITIVO

Y a todo esto… ¿por qué Roma?


La viruela y el Nuevo Mundo

28 julio 08

No se puede decir que las enfermedades infecciosas fueran desconocidas por los indígenas americanos antes de 1492, en particular tenían el disgusto de conocer la tuberculosis. Pero nunca habían estado espuestos a toda la pléyade de enfermedades que llevaban milenios afectando a europeos, africanos y asiático. Hanlo del sarampión, la peste, el cólera, la fiebre tifoidea, la difteria, la malaria, la escarlatina, la fiebre amarilla y, sobretodo, la viruela.

Claro, también hubo otras enfermedades propiamente americanas que afectaron a los invasores, como la sífilis, pero por las propias características de estas enfermedades, no fueron tan mortíferas.

Los contactos entre poblaciones lejanas suelen conllevar expansión de enfermedades para las que los nuevos grupos de población no tienen las defensas apropiadas. La viruela por su parte, es probablemente la enfermedad más mortífera a la que se ha enfrentado la humanidad, no en vano siempre se ha dicho que las guerras biológicas en el futuro se realizarían con mutaciones de esta enfermedad. Europa padeció grandes epidemias de viruela al menos desde el sV a de C.

Era de esperar que la llegada a América de la viruela, a bordo de los primeros europeos, desencadenara una pandemia sin precedentes.

CARIBE Y MÉXICO

De hecho, la primera epidemia de viruela es casi inmediata. Ya las islas del Caribe se vieron afectadas por la enfermedad, sin bien es dificil calcular cuantas personas murieron a causa de la viruela y cuantas por la desnutrición y los malos tratos.

Era 30 de junio de1520, una espedición de conquistadores españoles mandada por Hernán Cortés, se había visto obligada a retirarse luchando de Tenochtitlan, con grandes bajas. La expedición europea se encontraba desmoralizada, diezmada y aislada del resto de posesiones españolas en el Caribe, creo que generalmente no se tienen en cuenta lo realmente cerca que estuvieron de ser aniquilados.

Sin embargo, la respuesta de los aztecas fue lenta y caótica, dándole a los invasores el tiempo que necesitaban para reorganizarse. En parte, esto se debe a la mentalidad azteca, menos agresiva que la europea. Pero parte de culpa la tuvo también la epidemia de viruela que automáticamente se desencadenó sobre la capital del Imperio. Se calcula que en unos pocos meses, el 25% de los aztecas murieron a causa de la epidemia, la mayoría de ellos soldados (que, por motivos obvios, habían mantenido un contacto «más estrecho» con los invasores).

Indígena mexicano infectado de viruela,

ilustración de la época

Una de las características de la viruela es la de que, aquellos que sobreviven, suelen quedar debilitados de por vida. No sabemos el porcentaje de soldados debilitados por la viruela tuvieron que enfrentarse en las posteriores campañas contra los españoles, pero es probable que fuera elevado. No debemos menospreciar tampoco el factor moral, al fin y al cabo, muchos aztecas ya consideraban que los invasores eran en realidad dioses y la propagación de una epidemia tan atroz tras haberles infrigido su más severa derrota, sin duda debió ser tenido en cuenta.

LOS ANDES

La instalación de los españoles en las Antillas primero y en México después, así como sus expediciones exploratorias (y a la captura de esclavos) por toda la costa del Caribe servirá para provocar la expansión de la epidemia que, desde ese momento, siempre llegará antes que los conquistadores. Así, sabemos que una epidemia de viruela se extendió por la actual Colombia a finales de la década de 1520, desde allí alcanzó lo que hoy es Venezuela y el Imperio Inca donde, junto a la guerra civil que se estaba produciendo, en un par de años, podría haber matado a cerca de la mitad de la población. El terror que creo la viruela puede verse reflejado en algunas obras de cerámica de la época.

Niño infectado de viruela

ilustración de la época

NORTEAMÉRICA

Los españoles exploraron la costa de norteamérica, incluso por unos pocos años intentaron establecer una colonia en el lugar que hoy conocemos como Virginia. Sin embargo, las primeras epidemias de viruela en la región que conocemos están relacionadas con los colonos ingleses y franceses. Así, por ejemplo, los hurones podrían haber perdido la mitad de sus efectivos entre 1634 y 1640. Los iroqueses aprovecharon entonces su debilidad para borrar al pueblo hurón de la historia (salvo dos pequeños grupos que emigraron a Quebeq y a Oklahoma)… y después sufrieron a su vez los efectos de la enfermedad.

Son numerosos los testimonios sobre aldeas enteras destruidas por la viruela. Las epidemias se sucederían unas a otras y la enfermedad se volvería endémica apartir del sXVIII. Durante la guerra de independencia de los EEUU, Peter Kalm estimaría en 125.000 las personas muertas en un solo año, y hablaría de aldeas abandonadas donde los pocos supervivientes, debilitados por la enferemdad, debían huir en pleno invierno para al final ser devorados por los lobos. O de supervivientes que habían perdido a toda su familia y que, desfigurados por la enfermedad, decidían acabar con su vida.

Apartir de 1780, por lo menos, la enfermedad también era endémica de las grandes llanuras del interior de Norteamerica. Entre los indios mandan se dio el primer brote el 14 de julio de 1837, en agosto del mismo año, prácticamente los indios mandan habían dejado de existir. George Clating nos describe la muerte del jefe Four Bears:

«Este hombre de calidad estaba sentado en su wigwan, y veía a todos los miembros de su familia, a sus mujeres y a sus hijos pequeños, muertos a su alrededor… Cubrió los cadáveres con telas, luego salió y fue a sentarse en una colina […] decidido a dejarse morir. Al sexto día tuvo todavía suficientes fuerzas para volver a su tienda, echarse junto a los cadáveres, cubrirse con la manta y esperar la muerte, que le llegó al noveno día de su ayuno.»

Serían de los últimos grandes afectados. En 1832 el gobierno de los EEUU emprendió un programa de vacunación masiva y, apartir de ahí las epidemias serían progresivamente menos mortíferas.

RESPONSABILIDAD DE LOS EUROPEOS

Tradicionalmente, se ha disculpado a los europeos de estas tragedias ya que se ha considerado que estos no podían saber las consecuencias que su contacto tendría sobre los indígenas. Pero esto no es del todo cierto.

Por una parte, las grandes epidemias de la historia (y las de viruela en América no son una excepción) han tenido cierta tendencia a producirse en épocas de hambre. La enfermedad está ahí, agazapada, matando a unas pocas personas al año, pero sólo cuando se produce la hambruna es cuando la enfermedad de pronto empieza a crecer y se convierte en epidemia.

Y es innegable que la presencia de los europeos tuvo mucho que ver en el hecho de que las poblaciones amerindias sufrieran los efectos del hambre.

Por otra parte, no debemos olvidar el hecho de que los europeos generalmente se alegraban cada vez que surgía una epidemia, y de hecho las consideraban enviada por Dios. Algunas veces, incluso, se dio un paso más allá:

El general británico Amherstm, en Fort Pitt (en la actual Pennsylvania) ordenó en 1763 «propagar la viruela entre esa chusma», a lo cual su subordinado. el coronel Henry Bouquet, respondió que ya lo había hecho por el procedimiento de regalarles o venderles mantas contaminadas. El método «de las mantas contaminadas» pudo ser un proceso bastante común, a juzgar por lo que nos cuentan las fuentes.

MÁS SOBRE LOS INDÍGENAS AMERICANOS

La Proclama de Alcatraz

La pista de las lágrimas o el exterminio de los cherokees

Haití 1943, el inicio del genocidio


Caballería polaca contra panzers alemanes

26 julio 08

Caballería polaca

1 de septiembre de 1939. Un acorazado alemán bombardea, sin previo aviso, una guarnición polaca cercana a Danzig. Pocas horas después, la impresionante marea humana y material que entonces era el ejército alemán cruza la frontera. El 3 de septiembre el Reino Unido y la República Francesa le declaran la guerra a Alemania. Ha comenzado la II Guerra Mundial.

La superioridad alemana con respecto a sus enemigos polacos era simplemente aplastante. Alemania gastó en su ejército 24.000 millones de dólares (de la época) entre 1934 y 1936. En el mismo periodo los polacos habían dedicado 760 millones. Sólo en infantería, Alemania lanzó contra Polonia 37 divisiones frente a las 23 que pudieron oponer los polacos. Por si fuera poco, las divisiones alemanas estaban completas y equipadas con armamento y (sobretodo) medios de transporte modernos, mientras que las polacas habían sido formadas apresuradamente y pocas de ellas estaban completas. Alemania contaba con 5.805 cañones de campaña contra 2.065, 2.511 tanques contra 615, etc.

La estrategia polaca consistía en resistir. Para ello lo mejor habría sido un repliegue táctico hasta la zona central del país, donde los pantanos, los bosques y las malas comunicaciones facilitarían la defensa. Pero esta estrategia corría el riesgo de que los alemanes ocuparan con facilidad la mitad del territorio polaco (la mitad más poblada y más rica) y los franceses e ingleses no hicieran nada, como había sucedido con los Sudetes.

Así que los polacos estaban dispuestos a resistir lo más al oeste posible, mientras esperaban una ofensiva francesa en el Rin que obligara a los alemanes a aflojar su presión sobre Polonia.

Los alemanes por el contrario se basaban en la hipótesis de que Francia no entraría en guerra a causa de Polonia, Hitler estaba convencido de ello. Así que cometieron la temeridad de volcar hacia el este prácticamente todo su ejército. Si Francia hubiera realizdo una ofensiva entonces, poco habría podido oponer Alemania y la II Guerra Mundial hubiera durado un mes en vez de seis años. Pero Francia tenía otra mentalidad.

Ante la inmensa desproporción de medios, al ejército polaco sólo le quedó recurrir al heroísmo, pero el valor sin medios sirve de poco, especialmente ante unas tácticas novedosas que sorprendieron no sólo a los polacos, sino al mundo entero. En tan sólo un mes, todo el país había sido ocupado. Un último intento polaco de replegar su ejército hacia Hungría, para viajar luego hasta Francia y seguir la guerra desde allí, fue imposibilitado por la invasión soviética. Entonces aliados con los nazis, aprovecharon la coyuntura para ampliar sus propias fronteras.

Encuentro entre oficiales alemanes y soviéticos en Polonia

Posiblemente, la imagen que más poderosamente nos ha quedado de esta guerra ha sido la de los lanceros polacos cargando contra tanques alemanes, inmortalizada en documentales y películas y reflejada en infinidad de libros sobre el conflicto. Todo un símbolo de la desesperación de unas gentes valientes, pero impotentes ante una tecnología infinitamente superior.

Es indiferente que, en realidad, tal carga nunca haya existido. Los numerosos enfrentamientos entre caballería polaca y panzers alemanes se producían con los soldados polacos luchando a pie, como infantería, y utilizando sólo la caballería para desplazarse rápidamente a otros lugares del frente. Es indiferente que, lejos de actuar de un modo suicida, la caballería de élite polaca fueran los que más problemas dieran a los alemanes en su avance. En el fondo, la gente nos movemos por símbolos. Y esa imagen de las lanzas contra los tanques es una imagen muy poderosa sobre un pueblo que fue abandonado a sus propios medios cuando se vieron atacados por la tiranía y la sinrazón.

Artillería antitanque de la caballería polaca

MÁS SOBRE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

La II Guerra Mundial, la mafia, los yankees y la Guerra Fría

La Gran Guerra Patriótica

Chequo-Eslovaquia, la frontera de velcro

Y Francia se rindió…

El día en que Francia y el Reino Unido pudieron convertirse en una sola nación.

Midway, el cazador cazado

La batalla de las salchichas

Cómo se ocultó el genocidio judío, incluso en España

La otra cara de Wiston Churchill


La pista de las lágrimas o el exterminio de los cherokees

22 julio 08

El cine ha inmortalizado las luchas entre los estadounidenses y los indios del Far West. Con la única excepción de El último mohicano, el gran público no suele tener ninguna referencia sobre los indios que vivían al este del Missippi a la llegada de los primeros europeos. En mi afán, casi enfermizo, por buscar los grandes olvidados de la historia, hoy he querido hacer un comentario sobre uno de los momentos más trágicos de su historia.

La conquista del Oeste se realizó según un plan fijado de exterminio en el que una gran masa de colonos europeos desplazó físicamente a los indígenas en un plazo muy breve. Sin embargo, la historia fue muy distinta en el este. Los primeros colonos que llegaron a la costa americana eran muy poco numerosos y se encontraban, de hecho, a merced de la buena voluntad de los indígenas. Cuenta la leyenda, por ejemplo, que los primeros colonos ingleses en lo que hoy llamamos Virginia, habrían muerto en su primer año tras malograrse sus cosechas europeas (poco aptas para el nuevo clima) si no fuera por los pavos que les regalaron los cherokees. Hoy en día, todos los años, los estadounidenses celebran todos los años el Día de acción de gracias, en conmemoración de aquellos hechos.

Los europeos entablaron unas relaciones con los indígenas que, durante los primeros siglos, fueron fructíferas para ambas partes. Así, las distintas tribus del este norteamericano acaban interviniendo en las luchas entre las tres potencias europeas de la región (Francia, Inglaterra y España). De hecho, todas las grandes guerras de la época, tendrán su contrapartida americana (la Liga de Augsburgo, la Guerra de Sucesión de España, la Guerra de Sucesión de Austria, la Guerra de los Siete Años, la guerra de Independencia de EEUU, la guerra de 1812 entre EEUU e Inglaterra…) Hasta el punto de que algunas tribus acabaron siendo aliados en toda regla de naciones europeas (los abnaki y mohawks con los franceses, los chickasaws y cherokees con los ingleses…)

El resultado de tanta guerra y tanta convivencia es el de la formación de las que fueron llamadas, las Five Civilized Tribes entre las que destacaban los cherokees (junto a chickasaw, choctaw, creek y semínola) indios que conocían las costumbres europeas e, incluso, eran capaces de utilizarlas a su favor.

Sin embargo, la presión demografica del «hombre blanco» era cada vez más agobiante y los cherokees fueron empujados cada vez más lejos, hasta Arkansas. Cuando el presidente Jackson decide formar el llamado Territorio Indio en lo que hoy llamamos Oklahoma, surje la resistencia.

Era Oklahoma un vasto desierto repleto de tribus violentas a donde deberían ser deportadas millones de personas acostumbradas a otro clima y otros medios de vida que no podrían utilizar en el desierto. Y aunque algunos cherokees decidieron aceptar la marcha, otros se quedaron en arkansas. Pero, sabiendo que la resistencia militar como la que practicaban los semínolas (1818-1858 ) estaba condenada al fracaso, recurrieron a una resistencia pacíficamente. De hecho, consiguieron llevar el caso al Tribunal Supremo y… ganarlo.

De nada les sirvió, entre 1831 y 1834 debieron emprender la llamada Pista de las lágrimas hacia su nuevo hogar. Más de la mitad de los que salieron morirían por el camino. Los cherokees tendrían que esperar hasta 1941 para poder elegir un jefe que fuera aceptado por el gobierno estadounidense.

MÁS SOBRE LOS INDÍGENAS AMERICANOS

La viruela y el Nuevo Mundo

La Proclama de Alcatraz

Haití 1943, el inicio del genocidio


Cuando Kango Musa peregrinó a La Meca

21 julio 08

Existe la creencia generalizada de que en el África subsahariana no existían civilizaciones dignas de tal nombre antes de la llegada del «hombre blanco» y que el estado caótico actual no es fruto del saqueo colonizador sino a una especie de caracter particular de los africanos. Esta falsedad es en parte fruto de una enseñanza absolutamente eurocéntrica y, por qué no decirlo, racista.

Sin embargo, en cuando ahondamos un poco en ese gran mapa dibujado con tiralíneas que es África, encontramos multitud de formas estatales que, en algunos casos, fueron capaces de importantes logros culturales. Destaca, por ejemplo, el relato del viaje a la Meca de Kango Musa, emperador de Mali que como buen musulman decidió emprender la que debe haber sido la peregrinación más cara de la historia. Y es que piadoso sí, pero modesto no, el buen señor decidió acompañarse por cosa de cien camellos cargados d eoro, diez mil esclavos, criados… todo un ejército que atravesaría el sahara, el Mogreb, Egipto, Medina y, por fin, La Meca. No es de extrañar que los árabes quedaran boquiabiertos.

Imperio de Mali en tiempos de Kango Musa

Kango Musa (1307-1332), simboliza el apogeo del Imperio de Mali, una potencia que llegó a controlar el extremo sur del Sahara Occidental, desde Gao hasta el mar. De esta forma, Mali se aseguraba el lucrativo papel de intermediario entre las minas de oro del Golfo de Guinea y los mercados árabes del norte de África. Tan importante era este tráfico que gran parte del oro de las monedas que corrían por el occidente medieval (incluida la Cristiandad) eran originarias de esta región y las ciudades de las que partían las caravanas hacia el norte eran ciudades cosmopolitas fueron comparadas por los árabes con los puertos más transitados del Mediterráneo, sólo que más allá de sus puertas se extendían kilómetros de arena, y no de mar. Al regreso de su viaje, Kango Musa, trajo multitud de eruditos y arquitectos que provocarían el florecimiento de la legendaria Tombuctú, la ciudad que se convirtió en la capital del Islam en mitad de una región todavía entonces dominada por el animismo y cuyas bibliotecas se harían famosas incluso en el muy lejano Oriente.

Tombuctú

No podían saber, sin embargo, lo poco que le quedaba al Imperio de Mali para iniciar su declive. Los marineros portugueses durante las décadas siguientes irían abriendo rutas comerciales directas entre el oro guineano y Europa. A la pérdida del monopolio comercial le seguiría durante los siglos siguientes un golpe todavía más brutal, la trata de esclavos que sembraría el caos en la región hasta fomentar el crecimiento de los violentos ashanti.

Emperador de Mali representado en mapa medieval

MÁS SOBRE EL ÁFRICA SUBSAHARIANA

El Rey Arturo de los Ashanti

Dr. Livingstone, supongo

Etiopía, un reino cristiano al sur del Islam


Haití 1493, el inicio del genocidio.

20 julio 08

A finales de 1493, Cristobal Colón llegó a «La Española» en lo que sería su segundo viaje hacia el Caribe. Al contrario del primero, esta vez no venía a explorar, sino a ocupar. El almirante mandaba una expedición con diecisiete navíos que trasportaban entre 1.200 y 1.500 soldados. Los españoles habían llegado para quedarse.

Una sorpresa aguardaba al almirante sin embargo, y es que la guarnición de 39 hombres que había dejado en su anterior viaje había sido aniquilada. Parece ser que el asesinato de algunos indios y la violación de muchas más indias habían obligado a reaccionar a los nativos. Colón aprendió rápido la lección y escribió: «Por muy fuertes razones que hayan dado a los indios para hacer lo que han hecho, nunca éstos habrían osado emprender algo que los dañase si los hubieran visto bien guardados.» El trato con los indígenas no debería basarse en la justicia, sino en la fuerza. Eran los primeros días del colonialismo en América (Portugal lo había iniciado un siglo antes en África). Durante los siguientes siglos la filosofía de la fuerza sería la que permitiría a los europeos dominar el planeta entero.

A la vez que Cristobal Colón está elaborando los principios básicos que permitirán el colonialismo mediante la fuerza, en la metrópoli se estaban elaborando las convenientes excusas ideológicas. Los españoles fueron al Caribe para cristianizar y civilizar a aquellas pobres almas… Anticipándose a la teoría sobre «la carga del hombre blanco» que, pobrecito él, se ve obligado a hacer esfuerzos sobrehumanos para mostrar la luz a los ciegos indígenas de todo el globo.

Con la biblia en una mano y la pólvora en la otra, los hombres que llegaron con Colón pusieron a los indígenas de Haití a trabajar duramente para alimentarles y para conseguir oro. Oficialmente, los indios eran súbditos de la corona, a la práctica recibieron un trato de esclavos. En su primer viaje, Colón había descrito a los habitantes de La Española como pacíficos y acojedores… después de mostrarles claramente cual era la verdadera intención de los españoles, empezaría a decir de ellos que eran pérfidos y traicioneros.

En verano de 1494 toda la isla está en guerra contra los invasores.

Cristobal Colón dirige la guerra utilizando todo tipo de bajezas destinadas a sembrar el terror, incluyendo el uso masivo de perros mastines entrenados para atacar a los humanos. En marzo de 1495 los indios son aplastados en la batalla de la Vega Real. Algunos defensores se refugian en las montañas, pero acaban siendo exterminados o rendidos por el hambre.

Los supervivientes son definitivamente esclavizados, mal alimentados y amenazados por enfermedades nuevas para ellos como la viruela. Por su parte, la llegada de más colonos castellanos no hará otra cosa más que agravar su situación (originalmente Cristobal Colón esperaba traer de Europa obreros y agricultores, pero se encontró con que al llegar al Nuevo Mundo nadie quería trabajar sino que preferían capturar indígenas que realizaran el trabajo por ellos).

Las cifras hablan por sí solas, se estima que Haití estaba poblada por 1.100.000 indígenas en 1492. El censo de 1507 habla de 60.000 personas y el realizado en 1.520 poco más de 1.000. Hoy no queda ninguno.

Lo sucedido en Haití no fue más que el prólogo de lo que después sufrirían las poblaciones de Puerto Rico, Cuba y el resto del Caribe. Un crimen contra la humanidad (otro más) que no es recordado en los libros de texto ni por el que existe, que yo sepa, ningún museo que sirva de recordatorio.

MÁS SOBRE LOS INDÍGENAS AMERICANOS

La viruela y el Nuevo Mundo

La Proclama de Alcatraz

La pista de las lágrimas o el exterminio de los cherokees


Sócrates se defiende, según Platón

17 julio 08

Desde finales del sVI a. d. C., Atenas experimentó una nueva forma de gobierno en la que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley. Lo llamaron Democracia (demos-kratos). Aunque era un régimen distinto a lo que ahora consideramos con el mismo nombre, en algunos sentidos era más democrático (las decisiones principales se tomaban por asambleas de ciudadanos, juicios incluidos) y en otros aspectos bastante menos (la mujer, los esclavos y los extranjeros e hijos de extranjeros no tenían derechos políticos, hay quien dice que en los tiempos de Pericles, sólo el 20% de los habitantes de Atenas tenían derecho a voto).

Cuando las principales decisiones se toman ante una asamblea, la demagogia se convierte en una habilidad no sólo fundamental para la política, sino para la propia supervivencia. Nadie sabe en que momento va a tener que defender su postura ante un grupo de conciudadanos erigidos como jueces. Como no podría ser de otra forma, surge la figura del profesor, el sofista, persona que se dedica a enseñar oratoria a los hijos de aquellos capaz de pagarles.

Al concentrar la energía de la mayoría de sus ciudadanos, la Democracia ateniense conseguirá grandes logros, como construir un imperio hasta entonces inédito en la Hélade y, durante unos pocos años, superar a la todopoderosa Esparta como potencia dirigente del Egeo. Al dejar los asuntos del estado en manos de la demagogia, también se buscaran varios desastres que, a la postre, acabarán finiquitando su imperio. El más grave fue la campaña contra Siracusa. El más famoso, el juicio a Sócrates.

Sócrates era un personaje sin duda singular, un freak, un grano en el culo. Increíblemente ingenioso, es capaz de sacar los colores al mejor abogado y se convierte en un personaje inmensamente popular del que todo una generación de atenienses aprenderá sin pagar un solo óbolo.

Sócrates vive en la miseria, porque se niega a cobrar nada por sus enseñanzas. De hecho, él afirma que no enseña a nadie nada, simplemente aquellos que deciden seguirle pueden observar de él la forma de recuperar el conocimiento que guardan en su interior.

Porque el método de Sócrates consiste en obligar a aquellos que le rodean a analizar sus conocimientos. Sócrates no imparte lecciones, sólo pregunta. Y con preguntas hábilmente dirigidas, es capaz de hacer que el alumno llegue a la conclusión que él quiere.

Pero Sócrates va más allá, y no sólo aplica este método a aquellos que le siguen, sino a todo el que tiene la desdicha de encontrarse con él. Pero claro, a aquellos que se consideran sabios o que pretenden parecerlo no les hacía mucha gracia que viniera el Sócrates este a hacerles preguntas comprometidas. Ni que decir tiene que alguien capaz de dejarte en ridículo en público, con tanta facilidad, necesariamente ha de granjearse enemigos.

Al menos, este es el motivo por el que, según la versión de Platón, Sócrates se considera injustamente acusado de los delitos de corruptor de la juventud e impiedad. Sinceramente creo que es una hipotesis muy creíble.

Sócrates se enfrenta así a su posible condena de muerte defendiéndose como ha vivido. Por medio de sus preguntas, demuestra lo absurdo de las acusaciones contra él. Tanto lo consigue que, a pesar de todas las influencias y del dinero puestos en su contra, Sócrates es condenado por muy poco margen.

Lo que viene después ha impresionado a decenas de generaciones posteriores. Cuando le dan la oportunidad de cambiar su pena de muerte por una multa o un destierro, Sócrates se niega y cuando Critón y otros de sus discípulos consiguen sobornar a sus guardianes y pretenden salvarle la vida, él lmantiene su negativa. Sócrates es Sócrates por su desprecio a la vida y a sus enemigos. No tiene riquezas ni otra cosa que su orgullo de ser como es, si huye de la muerte ya no sería Sócrates. Llega a argumentar, anticipándose a Epicuro, que no tiene sentido temer a la muerte ya que no produce sufrimiento.

Sócrates es uno de los personajes más llamativos de la historia occidental. Sin escribir nada en toda su vida, marcó un punto de inflexión fundamental en la filosofía griega. Afirmando que lo único que sabía era, que no sabía nada fue considerado como el hombre más sabio de la Hélade por el Oráculo de Delfos (precisamente por afirmar eso, diría él). Siendo increíblemente orgulloso fue capaz de dar una lección de humildad ante la vida y ante el saber.

Y lo que es más importante, es de los pocos grandes pensadores que destacan por la coherencia entre sus ideas y su forma de vida. Incluso, en su forma de muerte.

MÁS SOBRE LA ANTIGUA GRECIA

Safo, la primera de las décimas musas

Cleopatra, una faraona fea

La batalla de las Termópilas y los… ¿300?

La Anábasis, o la marcha de los diez mil

Alejandro se presentó ante Tiro

Tebas, la ciudad griega que derrotó a Esparta


El Quijote de Avellaneda

12 julio 08

Todo empezó cuando un tal Miguel de Cervantes, autor al que consideraban segundón, publica la primera parte de su famoso El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Hoy los especialistas consideran al Quijote como la obra cumbre de la literatura en lengua castellana, apesar de que casi nadie de la calle la ha leído. Curiosamente, en 1605 sucedió justo lo contrario. El Quijote fue recibido con frialdad entre los críticos, pero con entusiasmo por el vulgo que la convirtió rápidamente en un best-seller sin precedentes.

En unos pocos años, el libro de Cervantes conoció varias reimpresiones en infinidad de ciudades por toda Europa e Indias, se realizaron muy pronto traducciones a la mayoría de las lenguas europeas. Durante décadas, cada vez que una imprenta pasaba apuros económicos, editaba un Quijote y lo vendía como rosquillas.

Poco de ese dinero acabó en manos de Cervantes, que la situación de los derechos de autor era opuesta a la actual, pero estaba claro que el mundo literario no iba a quedar ajeno a un fenómeno de tales características. Como setas, y en varias lenguas, empezaron a surgir continuaciones de la obra de Cervantes. Una de ellas consiguió tanta fama que el mismo Cervantes se sintió con ganas de hacer referencias a ella en su segunda parte del Quijote. Me estoy refiriendo a la novela que fue firmada con el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda (pseudónimo de un autor desconocido)

El Quijote de Avellaneda no soporta ninguna comparación con el de Cervantes. Así que en la medida de lo posible, vamos a intentar no establecerlas. Únicamente destacar que el Quijote y, sobretodo, el Sancho de Avellaneda son personajes infinitamente más simples que los de Cervantes. Y es que Avellaneda no busca una grandes profundidades, tan solo pretende algo entretenido para pasar el rato y echarse unas risas a costa de la locura de uno y la simpleza del otro. Porque Quijote no sólo está loco, sino que además carece de la dignidad que le otorga Cervantes. Y Sancho no es que sea un hombre sencillo, es que es muy tonto. Cervantes había conseguido construir esa fina línea entre la simpleza y la estupidez, Avellaneda arrasa con todo sin ningún miramento. Al igual que el Sancho Panza que conocíamos, el escudero del que nos habla Avellaneda habla constantemente con refranes, pero ahora los cita incorrectamente y sin ningún sentido.

Y es que, en su empeño por ser divertido a toda costa, Avellaneda recurre a métodos a veces realmente torpes. Juegos de palabras infantiles, situaciones inverosimiles y el eterno recurso de acudir a Sancho Panza (verdadero protagonista de esta novela) para sacarle las castañas del fuego. He de reconocer, sin embargo, que algunos momentos son realmente divertidos, pero se ven empantanados por el aluvión de chistes malos que el autor se ve obligado a introducir cada párrafo.

La historia está bastante bien hilvanada. Diré incluso (en algo tenía que pasar) que mejor que la versión de Cervantes. No ya por errores fruto de las prisas como el tan famoso asno intermitente de Sancho Panza, sino porque realmente Avellaneda nos muestra una historia coherente con la primera parte del Quijote y repleta de giros interesantes y a veces sorprendentes, aunque el autor se vea obligado demasiado amenudo a recurrir a personajes poderosos que protejen a los protagonistas para poder reirse de ellos.

No hay duda de que el Quijote de Avellaneda es un libro facilón y superficial pero en su defensa, lo cierto es que tampoco ha pretendido nunca ser otra cosa.

MÁS SOBRE EL SIGLO DE ORO

Gabriel de Espinosa, el pastelero que quiso ser rey

Lucrecia de León, una soñadora contra Felipe II