En tiempos de guerra, todo aliado es un amigo. Y mientras se enfrentaba a la todopoderosa Alemania del III Reich, los estadounidenses no tenían reparos en aliarse con todo aquel que pudiera prestar alguna ayuda.
En el caso particular de Sicilia, esa ayuda tenía el rostro mafioso. La Cosa Nostra había sido arrinconada y perseguida por el fascismo, pero mantenía toda su estructura y su red de contactos oculta, esperando el momento. Los estadounidenses no tuvieron reparos en utilizar la propia mafia norteamericana para contactar con sus «primos» sicilianos. Y cuando el 10 de julio de 1943 los primeros soldados británicos y estadounidenses pusieron pie en la isla, no es fácil cuantificar la ayuda que los mafiosos sicilianos pudieron prestar, pero todo parece indicar que sin ellos el desembarco habría sido mucho más complicado.
Se sabe que famosos mafiosos yankees, como Lucky Luciano, Vito Genovese o Genco Russo, se involucraron personalmente en la empresa y el primer jefe del gobierno militar aliado en Sicilia sería Charles Poletti, un coronel del ejercito norteamericano con turbios contactos mafiosos.
Siempre que se invade un territorio extranjero, es costumbre intentar crear una élite propia del país que colabore con la ocupación. En este caso, los norteamericanos no tuvieron que pensar mucho y los propios capos mafiosos se harían con el control del gobierno a cara descubierta. En algún caso, algunos capos fueron nombrados alcaldes de sus respectivas poblaciones.
Armado por los estadounidenses y bajo la bandera roja y amarilla, un ejército de sicilianos, con mandos como el coronel Giuliano (famoso bandido que fue llamado «el Robin Hood siciliano») combatirá contra los nazis en nombre de Sicilia, a la que pretenden incluso separar de Italia para crear una nueva Malta o, incluso, incorporarse a los Estados Unidos como paraiso fiscal. Su ejército recibirá el nombre de GRIS-EVIS (Gioventú Rivoluzionaria per l´Independenza della Sicilia – Esercito Volontario per l´Independenza Siciliana)
Pero los tiempos corren en su contra. Una vez situado un gobierno pro aliado en Italia, los estadounidenses no consideraron que seguir alentando las aspiraciones separatistas de los sicilianos fuera buena idea. La mafia, pragmática como siempre, se limitará desde entonces a mantener el control sobre el ejército siciliano y convertirlo en una especie de guerrilla que utilizaran contra sus rivales, de izquierdas.
Porque los tiempos cambian con la llegada de la democracia. La nueva Italia cuenta con un poderoso partido comunista y un partido socialista muy radicalizado que pretenden hacer una reforma agraria a favor de los campesinos. Eso es algo que los mafiosos, emparentados con los grandes terratenientes, no van a tolerar, y especialmente desde la victoria de las izquierdas en Sicilia, emprenderán una campaña de terror contra los campesinos y los partidos de izquierdas.
El propio Salvatore Giuliano, al que no mucho antes llamaban el «Robin Hood siciliano» organiza la matanza de Portadella della Ginestra, en el que 67 campesinos fueron ametrallados por celebrar el 1 de mayo de 1947.
Italia estaba bajo él área de influencia aliado, y al igual que la URSS no iba a permitir que Polonia tuviera un gobierno democrático, los EEUU no dejarían a los italianos alcanzar el comunismo, ni si quiera un comunismo democrático.
La nueva derecha que ocupará el poder en esa Italia a la que no se permite a la izquierda gobernar será un gran conglomerado protagonizado por los democrata-cristianos y con gran cantidad de mafiosos y antiguos fascistas en sus filas. El enemigo común ahora es el comunismo y los antiguos enemigos ahora son amigos. Pero con su imagen de democracia, los nuevos gobernantes no querrán que se recuerde su pasado con los grupos armados que asesinaban campesinos alborotadores. El resultado es una serie de persecuciones policiales en las que el perseguido moría en un «tiroteo» o con personas que morían misteriosamente en las cárceles. Lo primero fue lo que le sucedió a Salvatore Giuliano (el Robin Hood – caricero de Portadella della Ginestra). Lo segundo fue lo que le sucedió a su segundo, envenenado por un café.
Italia mantiene con España la particularidad de que su estrema derecha fascista no fue destruida, como sucedió en países como Francia o Alemania, sino que se disfrazó de derecha moderada y democrática. Seguramente por ello Italia comparte con España la particularidad de tener unas derechas que cuando gobiernan sufren tics autoritarios y cuando están en la oposición amenazan con recuperar el poder «sea como sea».
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