(Está entrada está dedicada a tí, tú sabes quien eres 🙂
Yo estoy pensando en convertirme. El mormonismo lo tiene todo, todo lo de la biblia (pasión, lujuria, crimen…) junto a un libro enterito más repleto de grandes epopeyas y milagros por todas partes. Además ¿cuantas religiones te prometen un mundo para ti solo en el que puedas ser Dios??? anda que no mola.
He seguido el consejo de la web oficiles de los mormones y he meditado pidiéndole a Dios que me diga si los mormones están en la Verdad o no. Pero debe de haber mucha gente haciéndose la misma pregunta y las líneas deben estar colapsadas, porque no me salió nada. Apesar de ello, yo estoy ya casi totalmente convencido, ante el peso y profundidad de sus argumentos. Repasemoslos:
Vamos a hablar de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Más conocida como los Mormones. Más conocida como los Yankees plastas esos que van trajeados (aunque esta última definición es claramente incorrecta. La mayoría son de Utah, así que no podemos decir que sean yankees plastas. Simplemente son gringos plastas).
Todo esto lo empezó un chavalillo que se llamaba Joseph Smith. El tal Joseph Smith, fustrado por tener el segundo nombre más común del mundo anglosajón, se preguntó por qué había tantos cristianismos, cual era el verdadero, si quizás serían todos falsos (mira, en esto estamos de acuerdo), y, sobretodo ¿por qué narices yo no puedo ser un profeta? ¿cómo es eso de que desde que vino Jesucrito ya no hay más? ¡habrase visto el melenudo presuntuoso ese!
Así que, según las propias palabras de Joseph Smith, durante una gran agitación religiosa que vivió Nueva york (en 1824), rezó tanto, tanto y tanto que Dios se apiadó de él y decidió aparecérsele… en 1820. Lo cual sin duda ya fue el primer milagro, pero no el último!
Pero sólo habló una vez con Dios, que las conferencias con el cielo son muy caras, y además el Todopoderoso está muy ocupado observando su gloria eterna y descojonándose de los mortales. Así que las siguientes entrevistas del jovencito Joseph Smith (pues sólo tenía 14 años cuando le habló Dios) las realizó con su intermediario, el angel Moroni. Este ángel fue el que propiciaría un nuevo e impactante milagro, le comunicó donde se encontraban unas planchas de oro con una nueva revelación recopilada en 421, la de los profetas de los indios (cuando los indios eran buenos).
Joseph Smith encontró las planchas y, gracias a unas piedras mágicas pudo traducir al inglés el que se conocería como el Libro de Mormón del original en egipcio reformado.
Tal vez, mi querido lector se preguntará que habrá sido de estas planchas que tan claramente, tras ser convenientemente estudiadas, servirían para demostrar no sólo la existencia de Dios sino que el mormonismo es la única religión verdadera ¿cómo si no iba a aparecer un texto en egipcio en la América del sV? Es normal que te lo preguntes, pero yo te digo ¡no te lo preguntes! que no. Punto. No y ya está. Se acabó. Ahhhh ¡magia! digooo ¡milagro!!!
El caso es que aparte de Joseph Smith y once de sus seguidores (de los cuales tres después dirían que todo es mentira) nadie ha podido ver esas planchas de oro antes de que el cabrón de Moroni se las llevara pa’l cielo. Que, oyes, vamos a dejar una cosa clara. Tienes que creer porque te lo dice tu corazón… si se tratara de demostrar que existe Dios, pues ya no tendría gracia ¿qué seríamos entonces? ¿científicos?
Las planchas de oro traducidas por Joseph Smith nos muestran nuevos milagros. Por ejemplo, no sólo aparecen citas del nuevo testamento tal y como se ordenó en fechas posteriores al 421, sino que las palabras coinciden, palabra por palabra, con la biblia inglesa que se solía utilizar en los tiempos de Smith ¡incluyendo las palabras en cursiva añadidas para facilitar su comprensión! ¿hay mayor demostración del poder divino?
¡Sí! ¡sí que la hay! la propia historia que nos cuenta el libro. Allí vemos como los judíos llegaron a Sudamérica en dos oleadas, resolviendo el enigma que había en tiempos de Smith sobre como se pobló el continente (y desmintiendo a todos esos cientificuchos que afirman que América fue poblada primero en el norte y desde Asia… sólo porque lo digan unas cuantas piedras ¿a caso van a saber unas piedras más que Dios? hombre ya)
Los primeros judíos llegaron a América poco después de la destrucción de la Torre de Babel, no sé como alcanzaron el continente, yo me inclino por la hipótesis de que un antepasado de Moisés fuera abriendo las aguas por el camino. Alimentándose de los peces que tuvieran la desdicha de quedarse en seco por el camino y bebiendo… hemmmm…. pues lo mismo que bebieran los judíos de Moisés 40 años por el desierto, yo qué sé.
La segunda oleada alcanzaría Sudamérica en barco,el 590 a d C, en un barco que debía ser muy grande para llevar tanta gente, y que fue arrastrado por fuertes vientos durante 344 días. Algún descreido dirá ¿344 días? ¡tan fuertes no serían los vientos! pero, vamos a ver ¿no decíamos que el barco debía ser muy grande? pues la vela sería pequeña, hombre, que hay que decírtelo todo.
Seis siglos después, hubo otra emigración, pero esta vez de un solo judío. Jesucristo, después de resucitar, se dijo «¡voy a conocer la tierra de las oportunidades!» porque, seamos serios, ¿alguien piensa que si al hijo de Dios le diera por hacerse carne iba a desaprovechar la oportunidad de conocer los EEUU, aunque todavía no existan? Así que el bueno de Jesucristo se fue para América a decirle a los antiguos judíos, ahora indios, que tenían que hacerse cristianos y tal.
Los indios cristianos prosperaron y se efectuaron grandes milagros, siendo el más impactante de ellos su discreción. Hay que ser muy discretos para desarrollar una cultura y fundar 34 ciudades sin que haya quedado ni el más mínimo resto arqueológico de ellos. Desgraciadamente, llegó un momento en que se dividieron entre buenos y malos. Los malos (que, casualmente, resultaron tener la piel oscura) ganaron y aniquilaron a los buenos (que, cosas de la vida, eran blancos, rubios y de ojos azules).
El último de los buenos, resultó ser el tal Mormón que, por no escribir en hebreo que era muy aburrido, dijo «voy a escribirlo en egipcio reformado» que, ¡milagro! no conoceríamos de su existencia si no fuera gracias a los mormones. Es un idioma del que no existe ninguna otra referencia en ninguna parte.
El jovencito Smith se encontró con la intolerancia y la incomprensión ya desde su infancia. Al principio eran cosas como «mamá, ¡qué he visto a Dios!» [PAF] «Calla y acabate la sopa!». Pero con el tiempo, los demás cristianos decidieron demostrarle a la pequeña comunidad mormona su amor a base de embrearle y llenarle de plumas o, al final, asesinándole en un tumulto.
Ante tanta intolerancia, los mormones abandonaron el Atlántico y se internaron en lo más profunda de América, fundando Salt Lake City. Dando paso a su nueva demostración de lo que es el amor al prójimo ante los colonos que intentaban atravesar sus tierras y que se arrepentían de no haber escogido la senda donde estaban los indios. No está confirmado si efectivamente asesinaban a los que invadían sus tierras o si estos se suicidaban solitos al verles aparecer con el traje y el libro bajo el brazo.
El Libro de Mormón mola. Y nos cuenta cosas que molan. Por ejemplo, nos dice que no sólo un cualquiera como Joseph Smith puede ser profeta, sino que incluso alguien como Tú puedes serlo. Es más, por poder ¡puedes ser hasta Dios! a que mola ¿he? Hay por ahí millones de mundos vacios, esperando a que alguien como tú les diga «hágase la luz». Esto sin duda ya hace al mormonismo superior al catolicismo.
Pero es que, además, aunque ahora no lo practiquen por esas tonterías de las leyes federales y tal, los mormones defendían la poligamia (a favor del hombre sólo). Bueno, cabe la posibilidad de que mis lectoras no le vean la parte positiva de esto último, pero los varones seguro que sí. El mismo Jesucristo tuvo tres esposas para demostrarlo. (Lo cual nos indica que el hombre lo de caminar sobre las aguas y tal, lo dominaba bien, pero lo que hay que hacer para tener descendencia no tanto).
En todo el mundo hay millones de mormones, y esta es una de las religiones que más ha crecido durante las últimas décadas. Si es que, está claro. El que no cree, es porque no quiere.