Ramper, un payaso escéptico en 1944

24 junio 11

La guerra había terminado, pero tras ella vino la época del hambre y del miedo. España vivía aislada de un mundo envuelto en un conflicto mundial y los campos españoles sufrían por los años de abandono durante la guerra. Pero entre el hambre y la desesperación, había un oasis de luz y emociones, eran los circos.

Hay que tener en cuenta que entonces la televisión todavía no existía. El cine sí, pero ya no era lo que había sido… El cine extranjero tenía fuertes restricciones en España, hasta el punto de que las películas del muy popular «Carlitos» (Charles Chaplin) no podían promocionarse con su nombre ya que el franquismo le había cogido manía por haber hecho declaraciones contra Franco. El cine español, por su parte, que había sido el más exhibido antes de la guerra, vivía una profunda crisis por falta de financiación y de artistas (gran parte de los más populares se encontraban en el exhilio). Jamás el cine español recuperaría la popularidad que tenía antes de la guerra.

El circo no tenía competidores y estos años fueron de gran florecimiento. De hecho, el mayor problema que podían encontrarse los circos era la competencia de otros circos, en algunas ocasiones llegaron a juntarse hasta diez circos en la misma ciudad al mismo tiempo.

La preciosa María del Pino Gómez Segura, más conocida como Pinito de Oro

fue una de las más populares trapecistas de su tiempo.

Y es que, el circo era un lugar mágico, con mujeres ligeras de ropa (cuando la censura lo permitía), con sus «extranjeros» exóticos, con sus animales salvajes y peligrosos y, claro está, con sus divertidos payasos que entonces hacían espectáculos para todos los públicos, no sólo el infantil.

El circo era un lugar en el que uno podía olvidarse por unas horas de la triste realidad. Daba igual que casi todo fuera falso. Tanto daba que las «bestias salvajes» fueran pobres animales desnutridos, o que el popular «chino» Li-Chang se llamara Juan Forns Jordana y fuera de Badalona mientras que el famoso «derviche hindú»  Daja-Tarto se llamara Gonzalo Tortajada y naciera en Cuenca.

Ni si quiera la alta sociedad se resistían al encanto del Circo. En una ocasión, se encontraban el circo Price y sus espectadores esperando la anunciada venida de Carmen Polo, que se retrasaba. Cuando el director quiso anunciar que iban a empezar el espectáculo sin ella, Millán Astray, fundador de la legión, bajó a la arena echo una furia. La sangre no llegó al río porque el director salió corriendo como si huyera por su vida… es posible que así fuera.

 

Fassman, el hombre radar.

Como no podía ser de otra manera, de esa época surgieron grandes personalidades que llegaron a ser tremendamente populares. Es en esos años cuando Gaby y Fofo comenzaron sus actuaciones. Y es en estos años cuando apareció con fuerza José Rocafort Mir, más conocido como Fassman, el hombre del año 2000.

Fassman era un «mentalista» que afirmaba haber recibido sus poderes de una ancestral tradición pirenaica. Posteriormente fundaría el Instituto Fassman dedicado al estudio de los «fenómenos paranormales». Este instituto se hizo famoso al afirmar que habían llegado a «pesar» el «aura». Fassman era el más famoso de los cientos de «mentalistas» que maravillaban al público transmitiendo información mediante sus poderes telepáticos. Tan popular se hizo este tipo de espectáculos que el popular payaso Ramper hizo un espectáculo basado en ellos.

Ramper, con y sin su pintura habitual.

El payaso le pedía algún objeto a algún espectador y después «transmitía su pensamiento» a un vendado Francisco Zafra, el mismo director de circo que había tenido que huir de Astray.

El chiste nacía de los comentarios que hacía el payaso mientras «transmitía su pensamiento», así cuentan por ejemplo que cuando un espectador le dio un lapiz, Ramper exclamó «Te advierto que esta es LA PIZmera vez que me entregan este objeto.» Y así hacía con todo tipo de objetos:

Mechero: «Me ha puesto usted echando chispas… a ver si adivinas lo que me han entregado y ME CHERO convencer si lo adivinas, aunque al buen ENCENDEDOR con pocas palabras bastan.»

Pluma estilográfica: «Con esto vas a sudar tinta, pero PLU MAS difícil que sea lo adivinarás. [Después de que Zafra dijera «pluma»] «Esta pluma de qué ESTILO es?»

Guante: «AGUANTE un momento que enseguida lo adivinarás.»

Puro: «Ahora me ha puesto usted en un aPURO»

Pendiente: «Dime lo que me acaban de entregar. Estoy PENDIENTE de la rápida contestación.»

Llave: «Esto es muy fácil. YA VErá usted como el medium lo adivina rápidamente.»

Estos juegos de palabras pueden resultar hoy hasta algo infantiles. Pero eran la forma de la época de la que podía transmitirse el verdadero mensaje, que todo lo que hacían los «mentalistas», «hipnotizadores», «telepatías», etc no eran más que trucos muy ingeniosos. Al hacer una burda falsificación, Ramper estaba indicando al que quisiera verlo que lo demás eran falsificaciones más elaboradas.


George Orwell y la democracia en el ejercito republicano

26 septiembre 09

Por esta época, y hasta mucho más tarde, las milicas catalanas seguían teniendo la misma organiación que al comienzo de la guerra. En los primeros días del levantamiento franquista, los diversos sindicatos y partiods políticos habían organizado apresuradamente sus milicas; cada una de ellas era esencialmente un grupo político que debía tanta obediencia a su partido como al gobierno central. Cuando el Ejército Popular, que era un ejército «no político», organizado más o menos según los criterios normales, empezó a existir a comienos de 1937, teóricamente las milicas de partido se incorporaron a él. Pero durante mucho tiempo los únicos cambios que se produjeron fueron sobre el papel[…] El punto esencial del sistema era la igualdad social entre los oficiales y los soldados. Absolutamente todos, desde el general hasta el soldado raso, tenían la misma paga, comían el mismo rancho, llevaban las mismas ropas y se trataban en términos de completa igualdad. Si uno quería dar unas palmadas en la espalda al general que mandaba la división y pedirle un cigarrillo, podía hacerlo, y nadie se extrañaba. En teoría al menos, cada milicia era un democracia y no una jerarquía. Se daba por supuesto que las órdenes tenían que obedecerse, pero también se daba por supuesto que cuando alguien daba una orden la daba de camarada a camarada y no de superior a inferior. Había oficiales y suboficiales, pero no grados militares en el sentido corriente de la expresión; no había distintivos, ni galones, ni taconazos, ni saludos reglamentarios. se había intentado crear dentro de las milicias una especie de modelo provisional y vivo de la sociedad sin clases. Desde luego, la igualdad no era total, pero sí lo más parecido a ella de todo lo que yo había visto jamás, e incluso de lo que me hubiese parecido concebible en tiempos de guerra.

Reconozco que, a primer avista, el estado de cosas en el frente me dejó horrorizado. ¿Cómo demonios iba a ganarse una guerra con un ejército así? Ésta era la pregunta que todo el mundo se hacía en esta época, y, aunque estaba justificada, no era razonable. Porque en aquellas circunstancais era imposible que las milicas fueran mucho mejores de lo que eran. Un ejército moderno y mecaniado no brota de la nada, y si el gobierno hubiese esperado a disponer de un ejército bien adiestrado, Franco no hubiera encontrado ninguna resistencia. Más tarde se puso de moda criticar a las milicias y afirmar que los fallos debidos a lafalta de armas y de adiestramiento eran la consecunecia del sistema igualitario. En realidad, una leva recién reclutada de milicianos eran una pandilla indisciplinada no porque los oficiales llamasen «camaradas» a los soldados rasos, sino porque las tropas recién enroladas siempre son una masa sin discipllina. En la práctica, ese tipo democrático y «revolucionario» de disciplina es más viable de lo que la gente suele creer. en un ejército de obreros, teóricamente la disciplina es voluntaria. Se basa en la lealtad de clase, mientras que la disciplina de un ejército de reclutas burgués se basa en último término en el miedo (el Ejército Popular que sustituyó a las milicias era un término medio entre ambos sistemas). En las milicias, los atropellos y los abusos que son habituales en un ejército normal no hubieran sido tolerados ni un solo momento. Los castigos militaes de costumbre existían, pero sólo se recurría a ellos en caso de delitos muy graves. Cuando un soldado se negaba a obedecer una orden, no se le castigaba en el acto; primero se trataba de convencerle invocando la camaradería. Los cínicos que no tienen la menor experiencia de mando, se apresurarán a decir que esto no puede «funcionar» de ningún modo, pero de hecho, a la larga, «funciona». La disciplina, incluso de las peores levas de la milicia, mejoró visiblemente con el paso del tiempo. En enero, instruir a una docena de reclutas me costó sudar sangre. En el ems de mayo, durante un breve periódo de tiempo, tuve a mi mando, como teniente, a unos treinta hombres, ingleses y españoles. Todos llevábamos meses de estar en el frente, y nunca tuve la menor dificultad en hacerme obedecer o en conseguir voluntarios para una misión peligrosa. La disciplina «recoluvionaria» depende de la conciencia política… o de la comprensión de por qué hay que obedecer las órdenes; se necesita tiempo para inclucarlo, pero también lleva tiempo convertir a un hombre en un autómata en el patio de un cuatel. Los periodistas que se burlaban del sistema de la milicia seguramente no recordaban que los milicianos defendían el frente mientras el Ejército Popular estaba adiestrándose en la retaguardia. Y la mejor prueba de la fuerza de la disciplina «revolucionaria» es el hecho de que las milicias no abandonaron en ningún momento la línea de fuego. Porque hasta junio de 1937, lo único que les obligaba a permanecer allí era su sentido de lealtad para con su clase. Ciertamente que a los desertores individuales podía fusilárseles, y de hecho, en determinadas ocasiones, se les fusilaba; pero si un millar d ehombres decidía abandonar el frente a la vez, nadie hubiera podido impedírselo. En las mismas circunstancias un ejército de reclutamiento forzoso, y habiéndose prescindido de la policía militar, se hubiese dispersado. No obstante, las milicias defendieron el frente, aunque no es ningún secreto que consiguieron muy pocas victorias, y que incluso las deserciones individuales no eran frecuentes. En cuatro o cinco meses, en las milicias del POUM, sólo oí hablar de cuatro desertores, y dos de ellos eran, casi con toda seguridad, espías que se habían enrolado para obtener información. Al principio, el caos aparente, la falta general de instrucción, el hecho de que a menudo uno tenía que discutir durante cinco minutos antes de que se obedeciera una orden, me desalentaba y me sacaba de quicio. Yo tenía las ideas propias del ejército británico, y desde luego las milicas españolas no se parecían en nada al ejército británico. Pero teniendo en cuenta ls circunstancias, eran tropes mejores de lo que uno tenía derecho a esperar.

George Orwell, Homenaje a Cataluña.


¿Se comió Cronos el pene de Urano?

6 septiembre 09

«[…] engulló el falo [de Urano] , que saltó primeramente al éter[…]»

«del falo del rey primogénito; y de él nacieron todos los dioses y diosas inmortales y felices, los ríos, los amables manantiales y todo lo demás que entonces había nacido; pero él nació solo»

Estos fragmentos han sido encontrados en papiros de época helenísita, relacionados con la tradición órfica. Pero hay indicios que parecen apuntar a que se basan en leyendas más antiguas. En cualquier caso, cabre preguntarse ¿quien engulló el falo de Urano?

De todos es conocida la versión de Hesiodo, la más clásica, en la que Urano es castrado por Cronos, que arroja los testículos de su padre al mar. Después Cronos decide comerse a todos sus hijos según van naciendo, pero su esposa Rea esconde a Zeus y lo cambia por una piedra que Cronos se come sin sospechar. Una vez adulto, con la ayuda de los cíclopes y hecantopiros, Zeus derrota a Cronos y a los titanes, liberando a los dioses que Cronos se había comido y convirtiéndose en el nuevo rey de los dioses.

En la versión de Hesiodo, los genitales  de Urano caen sobre el mar (donde dan origen a Afrodita), pero allí se queda y nadie se los come. ¿De donde viene entonces estos fragmentos de papiros que hablan de que alguien se come el falo de Urano?

RUBENS SaturnoRubbens imaginó así a Cronos comiéndose a sus hijos. En la derecha el dios canibal lleva una guadaña, ya que es un dios agrícola. Con ella cortó los genitales de Urano.

Hesíodo vivió entre los siglos VIII y VII antes de Cristo. Por ponernos en un margen, debió ser un par de siglos después de la Guerra de Troya y todavía faltaban dos siglos para el nacimiento de Sócrates. Cuando hablamos de antigüedades como esta, se nos hace complicado imaginar que hubiera cosas anteriores. Pero, desde luego, las había. Es fácil olvidar que el mundo ya era antiguo en tiempos antiguos, en los tiempos de Hesíodo.

Hesíodo fue un recopilador, no un inventor. Resulta dificil saber qué parte de sus escritos fue aportación suya, pero es probable que fuera una parte muy pequeña.

Hesíodo necesariamente tuvo que basarse en tradiciones anteriores, y esas tradiciones anteriores seguramente eran contradictorias entre sí. En otras palabras, Hesíodo tuvo que descartar versiones de la historia hasta elegir las que a él personalmente le parecieran más acertadas. Sin olvidar que, seguramente, existían otras muchas leyendas que Hesíodo jamás llegó a conocer.

Hesiodo tuvo un gran éxito, por cierto. Desde entonces la versión de Hesíodo fue considerada la verdadera por los griegos posteriores y lo que nos contó Hesíodo (junto a Homero) forman el cuerpo principal de lo que hoy conocemos como mitología griega.

Estamos tan acostumbrados a, cada vez que leemos algo sobre un dios griego, nos aparezca la versión de Hesíodo que resulta fácil olvidar que esos dioses son anteriores a Hesíodo, y sus leyendas también. Siglos anteriores. Quizás milenios.

botticelli_venus

Y así imaginó Botticelli el nacimiento de Afrodita.

Las leyendas en las que se basó Hesíodo eran trasmitidas oralmente, con lo que se ha perdido cualquier posibilidad de conocerlas… salvo por recopilaciones posteriores como, quizás, los fragmentos que inician este artículo y que fueron escritos mucho después de que Hesíodo estuviera muerto. Claro está, esto implica que pueden ser una invención posterior… Pero también puede ser una tradición oral que se haya trasmitido hasta la época helenística. Hay indicios que apuntan hacia ello:

Existe una tableta hitita del segundo milenio antes de Cristo (1.300 años antes de Hesíodo) que muestra curiosos paralelismos con la versión de Hesíodo… y la de los fragmentos.

Según la leyenda hitita, el primer rey del cielo es Alalu, que es vencido por Anu, un dios-cielo (como Urano). Anu es a su vez vencido por el «padre de los dioses» Kumarbi (una posible explicación del nombre Cronos es «padre de los dioses»). Cuando Anu intenta huir de Kumarbi, este le arranca sus genitales de un mordisco y se los traga.

Pero Kumarbi descubre que, a causa de tragarse los genitales de Anu, había quedado preñado del dios de la tormenta (Zeus también es un dios de la tormenta), y que otros dos dioses terribles venían de camino. Ante eso decide escupir el miembro que, al tocar la tierra, fecunda en esta los otros dos dioses. El dios de la tormenta sin embargo, sigue en su interior y Kumarbi acaba por alumbrarle. Con el tiempo el dios de la tormenta vencerá a Kumarbi y se convertirá en el Rey del cielo.

Los paralelismos entre esta leyenda hitita y los mitos griegos son bastante curiosos, para empezar porque no se conocían relaciones entre la mitología hitita y la griega, si bien son pueblos cercanos geográficamente y, no debemos olvidarlo, los hititas eran la potencia cultural y militar dominante de la zona cuando los griegos estaban dando sus primeros pasos agrícolas. En un momento, por lo tanto, en que un pueblo puede ser muy permeable a influencias extranjeras.

En la leyenda hitita,tenemos un dios anterior a Urano, que habría desaparecido en la versión griega. Pero el resto de la secuencia es muy semejante en ambas mitologías. Kumarbi es el padre del «dios de la tormenta» que luego se convierte en el Rey del cielo, al igual que Zeus. Kumarbi al escupir el pene de Anu, habría dado origen a más dioses, igual que Cronos al arrojar el de Urano habría dado origen a Afrodita (aunque el pene de Anu tocó tierra mientras que el de Urano cayó sobre el mar)

Kumarbi, como Cronos, tiene a varios dioses en su interior. Kumarbi porque queda preñado al comer los genitales de Anu, Cronos porque se los come según van naciendo. Del interior ambas deidades salen dioses, de Kumarbi porque los alumbra, de Cronos porque Zeus le abre en canal y los saca. No parece extraño que la leyenda, con el paso de los siglos, se haya ido limando en aquellos puntos más extraños. Por ejemplo, en eso de que un varón se haya quedado embarazado.

Por otra parte, es posible que una sociedad mucho más machista que la griega considerara imposible que los dioses origen de todo hubieran surgido de una mujer, por muy diosa que fuera. El asunto de que Cronos se hubieran comido los genitales de Urano también puede resultar un poco extraño y no es raro que se suavizara hacia una simple castración y, el que aparezca el mito de que Cronos se comiera  a sus hijos puede ser un recuerdo del hecho de que los dioses estuvieran en su interior y de que Cronos practicara canibalismo.

O puede ser todo una mera casualidad y este artículo una simple paja mental. Quien sabe 🙂


El problema de las elecciones de 1933

1 marzo 09

13a2-eleciones-nov33

El 19 de noviembre de 1933 se celebraron las primeras elecciones generales con sufragio universal en este país, al permitirse, por primera vez, el voto femenino.

La concesión del voto a la mujer estuvo rodeado de polémica desde el principio. Es importante aclarar que en la República Francesa, por ejemplo, la mujer todavía no tenía derecho al voto (se obtendría en 1944). Y que en el Reino Unido sólo lo tenía, en igualdad de condiciones con el hombre, desde hacía cinco años (desde 1918 podían votar las mujeres pero sólo tras cumplir los 30 años).

Gran parte del pensamiento de izquierdas, incluyendo a varias mujeres como La Pasionaria, consideraba que no debía otorgarse el voto a la mujer española ya que esta no estaba preparada políticamente y acabaría votando lo que le dijera el cura. Este pensamiento, bastante machista por cierto, ha sido tan mitificado que todavía hoy mucha gente considera que las elecciones de 1933 las ganó la derecha a causa del voto de la mujer.

La propaganda de ultra-derecha, cuyo máximo exponente es el mentiroso Pío Moa, ha utilizado esto para atacar a la izquierda y para afirmar que la izquierda no quería darle el voto a la mujer, etc, etc. Obviando que el parlamento que votó a favor del voto femenino estaba controlado por la izquierda. Es curioso observar como la izquierda es atacada incluso cuando vota por ideales en contra de lo que considera su propio interés personal.
En cualquier caso, las elecciones de 1931 habían dado a las izquierdas una mayoría aplastante. En cambio, las elecciones de 1933 se produjo un vuelco electoral que entregó el parlamento a las derechas. Mucha gente deduce de esto que, era cierto, que el voto de la mujer fue el que se decantó hacia el lado de la derecha. Pero ¿esto es realmente así?

El PSOE, principal partido de las izquierdas, gozó de la confianza de un número equivalente de votantes en 1931 y en 1933, de lo que podría deducirse que las mujeres no votaron al PSOE, ya que al duplicarse el número de votantes no se incrementó su número de votos. Pero toda esta teoría se viene abajo cuando comprobamos que el número de personas que votaron en 1931 y en 1933 es muy semejante… Lo que sí creció radicalmente fue la abstención.

20070712klphishes_214iessco

¿Qué ha pasado entonces?

Pasaron dos cosas. Por una parte sucedió que los anarquistas (varios millones en todo el país) en 1931 habían votado a la coalición PSOE-republicana como mal menor. En cambio, en 1933, tras los sucesos de Casas Viejas, decidieron no votar. Aún así, obteniendo el mismo número de votos del mismo número de votantes, el PSOE debería haber obtenido un número parecido de escaños ¿no?. Sin embargo, el PSOE pasa de 115 a 58 ¿y por qué? Pues, en parte porque el PSOE cedió parte de sus escaños a sus aliados republicanos (Azaña consiguió así su escaño) pero, sobretodo, porque esta vez el PSOE se presentó por separado mientras que en 1931 había formado parte de una gran coalición de izquierdas. Y en esta ocasión, las derechas se presentaron en coalición mientras que en 1931 habían ido por separado. La Ley electoral de la república primaba mucho las mayorías.

En 1933, las derechas ganaron las elecciones por 200.000 votos. (200.000, no 2.000.000 como afirma Pío Moa que añade los votos de centro a la derecha, sumando a los que votaran por Azaña como voto por la derecha). Esta diferencia de tan solo 200.000 votos se tradujo en 224 diputados de las derechas frente a 80 diputados de la izquierda, a causa de los caprichos de la ley electoral que en 1933 había beneficiado de forma parecida a las izquierdas y volvería a hacerlo en 1936.

Había suficientes condicionantes como para explicar que las derechas obtuvieran 200.000 votos más que la izquierda sin necesidad de recurrir al voto de la mujer. La crisis económica en plena Gran Depresión, la matanza de Casas Viejas, la carísima campaña electoral emprendida por la CEDA (principal partido de las derechas) que batió todos los records conocidos hasta la época, etc.

Sin embargo, suponer que fuera verdad que el voto femenino se decantó hacia las derechas mucho más que el masculino, es ignorar que la diferencia sólo fue de 200.000 votos (mientras que, por lógica, las mujeres debían ser, aproximadamente, la mitad del censo). Y, sobretodo, es olvidar que tan sólo tres años después, vuelve a producirse otro vuelco y las izquierdas, con una diferencia a su favor de tan solo 150.000 votos, vuelven a dominar por completo el parlamento.

Habrá que deducir que en 1933 las mujeres españolas estaban tan preparadas (o tan poco preparadas) como los varones para decidir su voto.

421907640_02da4d129f


La intransigencia de Felipe II, la absurda ejecución del duque de Egmont y el inicio de las guerras de Flandes

22 febrero 09

flandes2

Eran los Paises Bajos, a principios de la Edad Moderna, un conjunto de territorios de gran complejidad política, repleto de juegos de alianzas y contrapesos entre nobles, eclesiásticos y burgueses.

Tras el breve reinado de Felipe I (el hermoso), su hijo heredó los Paises bajos con el título de Carlos II. Después acabaría heredando los reinos de Castilla y León y los reinos de Aragón con el título de Carlos I y, finalmente, el Sacro Imperio Románo-Germánico con el título de Carlos V.

Carlos II había crecido en Flandes y conocía bien los tejemanejes del Señorío y, aunque residió pocas veces en los mismos Paises Bajos, durante su reinado el territorio se mantuvo pacífico. Es posible que el Emperador se imaginara que, sin embargo, su hijo no sería capaz de comprender Flandes, porque en varias ocasiones intentó desligarlo de su herencia. Pero no pudo ser y Felipe II heredaría un Señorío demasiado complejo para una mentalidad autócrata.

Felipe II carecía de la cintura política de su padre y desde el principio intentó gobernar, desde Madrid, férreamente todo el territorio flamenco. Siendo, por si fuera poco, mucho más intolerante en cuestiones religiosas de lo que había sido su padre, impuso la Inquisición en Flandes con instrucciones de realizar su labor con especial dureza. El protestantismo se extendía por el norte de Flandes, y el afán del Rey por combatirlo fue tan desmedido que gran parte del clero le recriminó su dureza.

Los nobles estaban descontentos por su pérdida de poder, los protestantes estaban descontentos por la persecución que sufrían, los burgueses estaban descontentos por las cortapisas a su enriquecimiento. En 1566 una rebelión popular protestante mostró su enfado quemando y destruyendo imagenes católicas. Cuando la gobernadora Margarita de Austria pidió ayuda a la nobleza, esta se negó a apoyarla. Al final Margarita conseguiría devolver la paz al territorio, cediendo… Lo cual hizo que su hermano Felipe II decidiera destituirla y nombrar al Duque de Alba.

La noticia de que iba a llegar el Duque de Alba sembró temor entre muchos de los que se habían destacado en sus críticas a Felipe II. Pero no entre los condes de Egmont y Horn. Aunque habían sido bastante críticos con el gobierno de Margarita de Austria, eran católicos y habían demostrado en infinidad de ocasiones su fidelidad hacia Felipe II, y no creyeron estar en peligro.  Egmont en particular, había sido compañero de armas del Duque de Alba en San Quintín y Gravelinas ¿por qué iba a temer de él?

Ambos fueron ejecutados públicamente. Las órdenes del Rey eran claras y el Duque de Alba gobernaría con mano de hierro, ensangrentada, toda la provincia… llevándola a la rebelión abierta.

Guillermo de Orange, por su parte, calvinista y de lealtad mucho más dudosa hacia Felipe II, huyó antes de la llegada del Duque de Alba. Poco después dirigiría el inicio de la Guerra de los 80 años, la primera de las guerras que, durante 150 años, marcarían la política exterior de los hagsburgo y lastrarían su imperio.


Gail Kastner y el Dr. Shock

10 febrero 09

Esta es una de esas historias que uno cree que sólo puede encontrarse en una película o en una partida de Kult. Desgraciadamente, no es el caso. Debo comenzar avisando a mis lectores más sensibles que hoy os voy a contar algo horrible.

La periodista Naomi Klein, en su impactante libro La doctrina del Shock, nos narra su entrevista con Gail Kastner, una de las víctimas del doctor Ewen Cameron, también conocido como el Dr. Shock.

Gail Kastner era incapaz de recordar casi nada de lo que le había sucedido antes de los 20 años. También era incapaz de comprender porque una chispa eléctrica le producía un ataque de pánico incontrolable o porqué le temblaban las manos cada vez que quería enchufar el secador de pelo.

Gail Kastner sabía que, de joven, había sufrido depresiones, había sido adicta a medicamentos y había llegado a sufrir crisis nerviosas tan fuertes que había terminado en coma en un hospital.

Su hermana gemela le había hablado de un tiempo, inmediatamente anterior a todo esto, en el que había tenido que cuidarla. Gail Kastner se orinaba en cualquier lugar, se chupaba el dedo y trataba de quitarle el biberón a su sobrino. Ella no recordaba nada de esta etapa. Ni de nadaanterior.

Ignorante de su pasado, e incapaz de hablar con una familia que le había dado la espalda, se pasó años sin comprender nada o suponiendo que se trataba de una serie de enfermedades mentales que, desgraciadamente, ella padecía como se puede padecer cualquier enfermedad.

Un día, se encontró con una noticia de periódico que le dio una pista sobre lo que podría haberle pasado. En la noticia se hablaba de personas que habían sufrido una investigación pagada por la CIA y realizada por un médico de Montreal. Las víctimas del experimento sufrían unos síntomas muy similares a los suyos.

Con esta pista, Gail Kastner empezó una lucha por recuperar su pasado. Y leyendo informes del Allan Memorial Institute, Gail Kastner se encontró con textos que hablaban de ella en circunstancias que había vivido pero era incapaz de recordar. Debe ser muy extraño leer sobre uno mismo como si fuera otra persona.

Eran los años cincuenta. Gail Kastner, con 18 años es una estudiante de enfermería con un curriculum prometedor, pero una serie de crisis de ansiedad la hicieron acudir al Allan Memorial Institute.

En el Allan Memorial Institute trabajaba el dr Ewen Cameron, una eminencia tan prestigiosa que incluso había participado como asesor en los juicios de Nuremberg. El propio Cameron escribirá sobre su primera entrevista con Kastner que se trata de una chica «razonablemente bien equilibrada» que sufre ataques psicológicos por parte de un padre demasiado autoritario.

¿Por qué un psiquiatra de fama internacional se interesa por una paciente con un cuadro sumamente habitual? En realidad, el caso de Kastner no era extraño. Revisando los pacientes que solía tratar el Dr Cameron nos encontraremos con infinidad de problemas menores como  depresiones post-parto o crisis de ansiedad como las sufridas por Gail Kastner.

¿Por qué buscaba el Dr. Cameron pacientes relativamente sanos? porque, en realidad, el objetivo de sus técnicas no eran las personas enfermas, sino las personas sanas. El Dr. Cameron estaba buscando la forma de producir un lavado de cerebro.

Eran los tiempos más paranoicos de la Guerra Fría, y los juicios de Stalin en los que se veían a tantas personas autoinculpándose hicieron creer a la CIA que la URSS había desarrollado un método de lavado de cerebros. En realidad, el sistema que estaban empleando los soviéticos era mucho más efectivo, más antiguo y más simple. Torturaban y amenazaban a la familia de sus víctimas hasta que estas se veían obligadas a aceptar lo que se les pidiera.

El Dr. Cameron creía que podía destruir totalmente la psicología de sus pacientes, creando una mente vacía sobre la que poder construir una mentalidad sana. Estas afirmaciones llamaron la atención de la CIA que, bajo el pretexto de intentar desarrollar maneras de entrenar a sus espías para resistir lavados de cerebro, en realidad lo que querían era tener un método que poder utilizar.

Kastner entró en el Allan Memorial Institute con síntomas de ansiedad y siendo descrita como una persona «alegre, sociable y simpática». Apenas unas semanas recibiendo el tratamiento del Dr Cameron escribirían de ella que muestra «un comportamiento infantil, expresaba ideas extrañas y aparentemente estaba en estado de alucinación y era destructiva.» Esta chica, que sacaba buenas notas, se mostraba ahora incapaz de contar hasta seis. Después se volvió «manipuladora, hostil y muy agresiva». Más tarde «pasiva y apática, incapaz de reconocer a los miembros de su familia». Finalmente, fue diagnosticada con «esquizofrenia» y «con claros rasgos histéricos». Un cuadro muy distinto de los «ataques de ansiedad» con los que entró.

Los informes nos cuentan que, varias veces, Kastner intentó huir del hospital y que afirmaba que el tratamiento era «erróneo y nocivo», sin que nadie le hiciera el más mínimo caso.

Para destruir la mente de sus pacientes, el Dr Cameron confiaba en los electroshócks, una herramienta que ya entonces empezaba a sembrar dudas, entre otros motivos porque se probó que provocaba pérdidas masivas de memoria (como la que sufre Kastner, incapaz de recordar nada de su infancia). Pero, precisamente, eso es lo que buscaba el Dr Cameron. Que el paciente olvidara aquellas cosas que habían creado su enferemdad mental. Es por ello que en el Allan Memorial Institute se aplicaban hasta ocho veces más electroshócks de los considerados por entonces como aceptables.

Pero los pacientes del Dr Cameron seguían aferrándose a sus personalidades, así que el Dr Cameron empezó a investigar como funcionan los mecanismos de defensa psicológica ante la tortura (aunque él jamás utilizó esta palabra). Llegó a la conclusión de que, para destruir sus defensas, era vital desorientar a sus víctimas, y para ello recurrió a cócteles de drogas que mezclaban alucinógenos, con antidepresivos, ansiolíticos… Kastner fue sometida a varios comas inducidos y se pasó días enteras bajo efectos de distintas drogas. Para intentar reconstruir una mentalidad sana en sus pacientes, el Dr Cameron utilizaba métodos tan infantiles como obligarles a escuchar mensajes del tipo «usted es una buena persona». Al menos en una ocasión, el Dr Cameron obligó a un paciente a escuchar una cinta durante 101 días consecutivos.

Antes de contactar con el Dr Cameron, la CIA había experimentado con la privación sensorial, encerrando a voluntarios en habitaciones sin ningún estímulo sensorial. Apesar del dinero que cobraban los voluntarios, nadie aguantó esta situación durante más de dos días. El Dr Cameron sometió a sus víctimas a experimentos de privación sensorial que, al menos en una ocasión, duró hasta 35 días.

Los supervivientes de largos encierros y/o de torturas, suelen hablar de lo importante que son aquellas cosas que les atan al mundo. Que les recuerda que más allá del infierno, puede existir la felicidad. Es como el famoso Romance del Prisionero en el que un prisionero medieval nos canta: «que ni sé cuándo es de día / ni cuándo las noches son, /sino por una avecilla /que me cantaba el albor. /Matómela un ballestero; /déle Dios mal galardón.»


El Dr Cameron identificó esta ligadura como el último el último cabo al que se aferra la personalidad de su víctima. Y consideró que había que destruirlo para aniquilar su mentalidad.

El personal sanitario tenía prohibido hablar en presencia de las víctimas. La comida se servía de manera aleatoria. A veces, las víctimas eran inmovilizadas y se les colocaba cascos con música o sonidos estridentes como alarmas o llantos de bebé. Los demás sentidos también eran inutilizados, los ojos eran vendados, los dedos de las manos eran envueltos en cartón. Esta situación podía prolongarse durante días.

En otras ocasiones, por medio de drogas, el Dr Cameron sometía a sus pacientes a largos periodos de duermevela, en una especie de ensoñación constante que solía durar de quince a treinta días, aunque alguna víctima llegó a alcanzar los sesenta y cinco días. A veces, el Dr Cameron suministraba pequeñas dosis de curare, provocando una paralisis física que convertía a sus víctimas en prisioneras dentro de su propio cuerpo.

Los trabajos del Dr Cameron fueron financiados por la CIA hasta 1961. No fue hasta los años ochenta que la agencia se vería obligada a reconocer lo que, según un psicólogo de la agencia había sido «un terrible error». Los archivos sobre estas investigaciones fueron destruidos antes de ser alcanzados por ningún juez. Aún así, la CIA ha tenido que pagar la indemnización más alta de su historia a varias de las víctimas de este experimento.

Ewen Cameron murió en 1967 sin que nadie le echara en cara, jamás, que sus experimentos sólo sirvieran para destruir la vida de sus pacientes.

Gail Kastner vive postrada en una butaca que puede adoptar infinidad de posiciones, incapaz de mantenerse mucho tiempo en la misma postura a causa de una multitud de lesiones en su esqueleto. Lesiones provocadas por los electroshócks y agravados por la edad. Su cerebro es incapaz de manejar de forma eficiente sus recuerdos, así que como los personajes de 100 años de soledad que iban perdiendo la memoria, Kastner vive rodeada de notas con las que intenta auxiliar a su deficiente memoria.

Todavía tiene pesadillas que ella define como «sueños eléctricos».

El Dr Cameron quería destruir la personalidad del paciente para poder construir otra desde cero. La segunda parte fue desastrosa, pero la primera se demostró como muy eficaz. Las técnicas de desorientación y de privación sensorial desarrolladas por Cameron coinciden con los relatos de las víctimas de los interrogatorios estaedounidenses Irak, Afganistán y Guantánamo. Parece que la CIA no encontró del todo inutil su inversión.


El amor en la Edad de Piedra

6 febrero 09

amor-preh2jpg

Cartelera de Historia utiliza esta emotiva y preciosa imagen como foco de inspiración para un curioso artículo sobre los sentimientos afectivos (no sólo amorosos) en la prehistoria. Lógicamente, son muy pocas las evidencias que tenemos sobre este tema, pero alguna hay. El artículo se llama El amor en la Edad de Piedra y me ha parecido muy interesante.

[EDITADO: La misma autora del blog me chiva que la imagen corresponde a un yacimiento neolítico cercano a Mantua (Italia), no a la famosa gruta Grimaldi como había indicado yo erroneamente]


Mana, un experimento contra los poderosos

1 febrero 09

amj_liberation_a

«no habrá ninguna mezcla de blancos: todos serán negros; los jefes negros.» Anne-Marie Jahouhey.

Durante diez años (1836-1846) 477 personas de origen africano y una religiosa francesa demostraron que los esclavos podían convertirse en hombres libres y ganar su subsistencia al mismo nivel que los blancos. Los periódicos en manos de los esclavistas definieron este experimento como una utopía, una quimera y ante las evidencias, opusieron mordacidad. Casi dos siglos después, el experimento de Mana puede mostrarnos claramente como un experimento exitoso puede parecer fracasado si atenta contra aquellos que controlan los medios de comunicación.

La madre Anne-Marie Javouhey consiguió el 18 de septiembre de 1835 la autorización necesaria para iniciar un gran experimento social con un grupo de exclavos manumitidos en la Guayana Francesa. Era un experimento en que el gobierno francés estaba muy interesado, ya que tras prohibir la trata, quería ir prohibiendo la esclavitud poco a poco y necesitaba desmontar los argumentos de los esclavistas.

Javouhey se basó para su proyecto en las reduciones jesuíticas del Paraguay. El que haya visto la fabulosa película La Misión comprenderá en que consistían… y cual era su debilidad. Los indígenas estaban ahí para ser salvados, todos los cargos importantes eran ocupados por generosos hombres blancos benevolentes que creían saber que era lo mejor para los guaraníes. Javouhey introducirá la importante novedad de permitir que los negros se administraran a sí mismos. Era fundamental este hecho para demostrar la falsedad de la propaganda esclavista, que afirmaba que los negros no podían valerse sin la «protección» del hombre blanco.

La aldea de Mana contó con una crónica falta de financiación, que en gran parte pudo suplirse con las ayudas de la Sociedad Abolicionista Británica y de personajes individuales de la metropoli francesa, interesados por el fin de la esclavitud. Apesar de la poca finaciación y de los vaticinios de los esclavistas, la aldea consiguió su autosuficiencia y, lo que era más importante, no generó ningún problema a sus vecinos que, sin embargo, les percibían como una amenaza a toda su forma de vida.

Los habitantes blancos de la Guayana odiaban por motivos evidentes a la madre Javouhey. Y la tensión alcanzó techo en 1841 cuando presentó al gobierno de París un proyecto para comprar, forzosamente, todos los hijos de los esclavos de la Guayana con la intención de criarles en libertad en su aldea.

Pero los esclavistas pasaron a la ofensiva. La aldea de Mana producía suficiente maiz, mandioca y plátanos para alimentar a su población, pero ni rastro de café, bija o girasol que se producían en las plantaciones esclavistas. Basándose en este dato, consiguieron difundir la falsa sensación de que el sistema de Mana no era productivo. Al fin y al cabo, si alimentas a tus esclavos con lo mínimo imprescindible para sobrevivir, te queda mucha tierra que puedes dedicar a productos de exportación, pero si permites que estos cultiven lo que quieran lo primero que van a hacer es alimentarse en condiciones.

Y, en el fondo, lo que la metropoli quería era que le llegara un café barato.

Debido a esto, en 1847 la madre Javouhey fue desplazada y el Ministerio de Marina y Colonias colocará al mando a su gente y desplazará a los jefes negros, con desastrosos resultados.

Apesar de que los nuevos gestores forzaron el cultivo de productos de exportación, los gastos que generaba la comunidad (y que antes era autosuficiente) crecieron exponencialmente. La revolución de 1848 conllevó la definitiva prohibición de la esclavitud, pero esto no trajo ningún alivio a la colonia de Mana ahora gestionada por blancos que fueron cerrando aquellas cosas que resultaban «deficitarias» como su hospital, su colegio y su guardería infantil.

El mazazo definitivo a «la excepción» de Mana se produjo cuando se decide crear una colonia de presidiarios en la Guayana (experimento que ya se había intentado varias veces). Se quería alejar a los presidiarios de los decentes colonos de la Guayana, con tantos derechos como los franceses de la metrópoli, pero, como diría un ministro referiéndose a Mana «No hay propietarios colonos con los que tratar, y la presencia de 700 a 800 negros que pueblan esta localidad  se convierte, desde el punto de vista de la creación de un taller de deportados en una ventaja en lugar de un inconveniente.»

La nueva Francia había prohibido la esclavitud, pero seguía considerando que los esclavos necesitaban la protección de los sabios hombres blancos. El experimento de Mana demostraba lo contrario pero, como es habitual cuando se muestra una evidencia que no conviene a los poderosos, en seguida quedó olvidado.

973


Antropología navideña

18 diciembre 08

Rapunzell está escribiendo en su blog una serie de artículos muy interesantes sobre el fenómeno de la Navidad desde un punto de vista antropológico.

Mi intención era esperar a que acabara de publicarlos, pero la discusión que está surgiendo alrededor de ellos me está pareciendo cada vez más interesante, así que he pensado en darle un poco de publicidad a ver si más gente os animais a aportar vuestros dos centavos 🙂

De momento Rapunzell ha publicado:

Antropología navideña

El tema del infanticidio (entre otros)

El frío

Las comilonas

El ruido

Los regalos

El espíritu navideño

La caridad (y aquí y aquí)

El espíritu navideño

Las luces

Las felicitaciones navideñas, incluso a desconocidos

El fin de año y el solsticio de invierno


La matanza de Casas Viejas

30 noviembre 08

gobieerno-azana36

Principios del año 1933. Azaña era el presidenete del gobierno de la República Española y no se lo habían puesto nada fácil hasta entonces. La crisis económica conocida como Gran Depresión, se veía agravada en el caso español por el boicot que los grandes capitalistas le hacían al régimen republicano. Por si fuera poco, los activistas libertarios tenían el país permanentemente al borde de la revolución… o del golpe de estado reaccionario. Sólo en Barcelona y en tres días de enero del 33, murieron 37 personas y fueron heridas 300 en choques entre obreros y policias.

Pero todo esto quedó ensombrencido por una matanza que horrorizaría a la población española, por su crueldad y por los recuerdos que traían de otros tiempos no muy lejanos, fue lo sucedido en el pueblecito andaluz de Casas Viejas.

Allí un grupo de campesinos proclamaron el comunismo libertario y trataron de asaltar el cuartel de la Guardia Civil, hiriendo a dos guardias.  Un grupo de los Guardias de Asalto fueron enviados al pueblo y rescataron a los guardias civiles muriendo varios campesinos en el proceso.

Entonces fue cuando se desató el terror.

casas-viejas-11

El jefe de los anarquistas, conocido como Seisdedos, se había atrincherado en su casa y, según la declaración oficial, obligó a la guardia de asalto a abrir fuego contra él y cinco de sus acompañantes al negarse a rendirse, muriendo todos los anarquistas. Una vez muertos y sólo después de muertos (siempre según la declaración oficial) se prendió fuego a la casa y después se dejaron expuestos los cadáveres a medio quemar para que «sirviera como escarmiento» al resto de campesinos.

Otras versiones dirían que no sólo los campesinos estaban vivos cuando se prendió fuego a la casa, sino que además habían sido obligados a entrar en ella por la Guardia de Asalto. Catorce campesinos más fueron asesinados a sangre fría cuando ya se habían rendido.

Cuando se juzgo por todos estos hechos al capitán Rojas, este se defendió afirmando que había recibido órdenes del gobierno de que no hubiera «ni heridos ni prisioneros» y que Azaña en persona había dicho «los tiros, a la barriga».

Azaña, por supuesto (y por su puesto :), lo negó todo tajantemente, y ordenó una investigación gubernamental. Todas las declaraciones, salvo la de Rojas, indicaron que no había ninguna constancia de que unas órdenes de este calibre se hubieran llegado a pronunciar. El informe oficial de las Cortes (apoyado por los partidos del gobierno y los de la oposición) concluía diciendo que «no hay pruebas que permitan la insinuación de que la policía actuó en la represión de acuerdo con órdenes dadas por los miembros del gobierno». El Partido Radical de Lerroux (que sería el siguiente presidente del gobierno) retiraría la moción de censura que había presentado ante la evidencia de que no se podía demostrar la culpabilidad del gobierno de Azaña.

Sin embargo, para la opinión pública quedó claro que si no directamente, el gobierno era moralmente responsable de la matanza. Se suponía que estas cosas pasaban en la Monarquía, pero no en la República. Y, encima, ni si quiera había sido la Guardia Civil si no la flamante y republicana Guardia de Asalto la que había cometido la atrocidad.38021_casasviejasjornalerosases

La matanza de Casas Viejas acabaría siendo fundamental en la caída del gobierno Azaña y en el giro político que llevó a las derechas al poder. Poco después, el nuevo gobierno que tanto había criticado (con razón) lo sucedido en Casas Viejas trataría de ocultar la brutal represión de la revolución del 34.

Pero la leyenda sobre Casas Viejas no terminó aquí. Durante el Franquismo se utilizó este hecho como demostración de la maldad de la República… Obviando que lo que fue un terrible caso aislado en la República era pan de cada día durante los primeros años del franquismo.

Y como el resto de mitos de la dictadura, también ha resucitado de un tiempo a esta parte, con esta hornada de «historiadores» que desprecian toda la historiografía mundial. Para Pío Moa, César Vidal y compañía, Rojas decía la verdad al afirmar que Azaña en persona le había ordenado cometer las atrocidades. ¿Las pruebas? que Rojas lo dijo (mientras intentaba zafarse de un juicio que muy bien podía acabar con su vida)